Gabriela Ossenbach es catedrática de Historia de la Educación de la UNED y directora del Centro de Investigación de Manuales Escolares (MANES), cuya labor desde 1992 se focaliza en la recuperación e investigación de un importante patrimonio bibliográfico: los libros de texto escolares editados en España, Portugal y América Latina durante el período 1808-1990. ‘El tesoro de las Escuelas’, ‘Lectura útil y agradable para la niñez’ o ‘Nociones de urbanidad para las niñas’ son algunos manuales que forman parte ya de la historia educativa de nuestro país. Son obras que marcaron una época y un modo de enseñar y aprender, definido por las corrientes culturales e ideológicas que predominaban en distintos momentos de la historia contemporánea y que, en algunos casos, «eran los únicos libros que entraban en una casa», afirma Ossenbach.
Tenemos dos objetivos. El principal es la investigación acerca de los manuales escolares de los siglos XIX y XX porque son una fuente de información muy importante para entender qué se enseñaba en las escuelas y conocer la cultura educativa. Son la “caja negra”, ya que recogen qué sucedía dentro en el ámbito escolar. La otra parte importante del proyecto es la recuperación del fondo bibliográfico.
“El trabajo de recopilación no ha sido fácil porque los manuales escolares no se han guardado o catalogado en las bibliotecas igual que otros libros”
El trabajo no ha sido fácil, ya que la búsqueda ha sido muy diversa y, en ocasiones, una verdadera odisea. Las vías habituales no han dado resultado porque los manuales de texto no se han guardado o catalogado en las bibliotecas igual que otros libros. Hemos tenido que acudir a menudo a coleccionistas particulares, rastros, mercadillos o anticuarios.
Es curioso, pero no es así. Nos cuesta más trabajo encontrar libros de la década de los ochenta o noventa del siglo XX. En esa etapa, los manuales comienzan a ser distintos en cada comunidad autónoma y hay un mosaico bibliográfico muy difícil de abarcar, puesto que además esos libros fueron muy volátiles y cambiaron con mucha frecuencia. Sin embargo, en periodos anteriores, la vigencia de los manuales era muy larga. Hemos detectado libros cuya primera edición corresponde a finales del siglo XIX, pero todavía se reeditaban 30 ó 35 años después.
La utilización masiva de los manuales escolares se relaciona con la implantación de sistemas educativos nacionales a partir del siglo XIX. En un principio, dada la precariedad del sistema escolar en España, sobre todo en el ámbito rural, los libros estaban en la escuela a disposición del maestro. Hasta inicios del siglo XX, no se empezó a difundir el uso de los manuales como lo entendemos hoy en día: un libro para cada niño.
“En algunos casos, el manual escolar era el único libro que entraba en una casa”
En algunos casos, el manual escolar era el único libro que entraba en una casa y tenía, por tanto, un efecto mayor que en la escuela. Era un referente para todos los miembros del hogar.
El libro de texto se asemeja cada vez más a una página web, ya que cuenta con muchas imágenes y poco texto. Tiene una estructura muy fragmentada, en la que los contenidos son como píldoras sobre las que el alumno puede saltar sin seguir una secuencia. El niño ya no tiene que leer tres o cuatro páginas seguidas.
El alumno no utiliza determinadas capacidades o actividades, como resumir o estructurar mentalmente los textos. La información está tan condensada, que el estudiante sólo debe aprenderla. Lo trágico de esta situación es que se pierden habilidades instrumentales básicas, la capacidad de comprensión lectora o la destreza para desentrañar y entender textos más amplios.
“El libro escolar es tan atractivo y tiene tantos recursos didácticos, que a veces el maestro no tiene que aportar nada”
Hoy en día, el libro escolar es tan atractivo y tiene tantos recursos didácticos, que en ocasiones el maestro no tiene que aportar nada. Esto provoca que se involucre menos en la escuela y se deje llevar por lo que dictan los manuales como único recurso. El paradigma de un buen maestro debería ser el de quien no se ciñe al libro de texto, utiliza metodologías activas y aporta más en el aula, no el docente pasivo que no se molesta en ampliar la formación de sus alumnos.
Los cambios más evidentes se aprecian, sobre todo, a partir del primer tercio del siglo XX, cuando se comienzan a usar las denominadas metodologías activas. Los manuales de texto pasan de ser libros que tan sólo recogían contenidos para que los niños los aprendieran de memoria, a contar con ejercicios, preguntas, respuestas e imágenes para trabajar esos contenidos.
“La biblioteca cuenta en la actualidad con cerca de 6.000 volúmenes”
La biblioteca ubicada en la sede de la UNED cuenta con cerca de 6.000 volúmenes a disposición de los investigadores. Por otra parte, la biblioteca virtual, a la que puede acceder cualquier visitante desde nuestra página web, dispone de los fondos que se han digitalizado hasta ahora. Casi siempre son capítulos o fragmentos de libros, ya que las restricciones de los derechos de autor en España nos limitan esta actividad.
Para el estudiante resultarían libros muy poco atractivos, sin ilustraciones, con mucho texto, pocos recursos didácticos y muy cargados de contenidos morales. El maestro, por su parte, se enfrentaría a un manual pensado para un aprendizaje muy memorístico. Un buen profesor, con ese libro, tendría que prescindir de él y buscar otras experiencias didácticas que le permitieran una clase más dinámica.
Los esfuerzos de investigadores como los de MANES e iniciativas de otras administraciones y organizaciones han facilitado el acceso a una amplia referencia bibliográfica, en algunos casos digitalizada, de manuales escolares.