Renuevan la figura del consejero. No solo por su juventud -apenas superan la treintena-, sino también por la naturalidad que define su trabajo y su propia personalidad. Cada día, en su particular laboratorio de pruebas, Educablog, experimentan con tubos de ensayo virtuales que, sin embargo, son idóneos para aplicarse a la realidad. En cinco años han lanzado más recomendaciones de las que se plantearon hace exactamente este tiempo. Por ello han querido compartirlas en papel con quienes no han tenido la suerte de acercarse aún a su blog, hoy en día ya una apuesta consolidada. ‘EducaBlog 2006-2011: de la Red al Papel’ (Narradores, 2011) es un compendio del esfuerzo de Asier Félix, Iñigo Rodríguez y Raúl Luceño, educadores sociales que, más allá del blog o de las páginas de este libro, transmiten cada día numerosas orientaciones, o al menos reconocen intentarlo, porque el acompañamiento personal es su trabajo, pero sobre todo, es su modo de entender la vida. «Realizamos una función asesora a la persona con el fin de extraer de ella todo su potencial, que se ha podido ver reducido por vivir una situación de exclusión o de cualquier otro tipo», explican. Quieren ayudar. Aportar herramientas prácticas para quienes quizá no sean menos afortunados, pero sí parten de una salida que requiere un empujón para alcanzar la meta.
“Si en nuestra labor queremos contactar con los jóvenes, debemos conocer sus códigos y sus canales”
En principio, hemos tratado de buscar los textos que tuviesen un carácter más atemporal, es decir, que aunque hubiesen sido escritos en 2006, su sentido tuviese plena vigencia cinco años después. Otro de los criterios al seleccionar los posts para el libro ha sido el carácter reflexivo y práctico para el lector. De ahí que abunden las reflexiones, ya sea sobre nuestra profesión, sobre el tipo de personas con quienes trabajamos u otras. Por último, dado que el libro está escrito por tres personas, también ha jugado mucho el gusto o el punto personal de cada uno al seleccionar nuestros textos favoritos, por razones estrictamente personales.
Creemos que en ambas líneas las nuevas tecnologías son facilitadoras y cada vez más importantes. Habría que saber diferenciar la gran variedad que hay y conocer su utilidad. Pero desde luego, en el plano profesional, aportan mucho. Un blog como el nuestro nos ha permitido conocer a muchos profesionales de la intervención social y, por ende, muchas experiencias interesantes. Sobre los jóvenes, está claro que las nuevas generaciones son auténticos nativos digitales, que usan nuevas formas de comunicarse y, por tanto, si en nuestra labor queremos contactar con ellos, debemos conocer sus códigos y sus canales, siendo francos, eso sí. No hay que hacerse pasar por adolescente cuando tienes 30 años, pero seguro que ganas mucho si eres capaz de chatear con uno a través de Tuenti.
“La brecha digital es evidente entre los menores que no tienen acceso a las TIC o nuevas tecnologías”
La brecha digital se hace evidente entre los menores que no tienen acceso a las TIC o nuevas tecnologías. Pero obviamente, por nuestra parte, mantendremos la intervención con quienes disponen de ordenador y con quienes no y, en la medida de lo posible, trataremos de hacer que conozcan estos nuevos canales para que esto no provoque exclusión.
Desgraciadamente, así es. Son una población a quien hay que prestar una especial atención porque tienen unos derechos especiales, propios de su etapa y de la vulnerabilidad que ésta conlleva. Cuando hablamos de exclusión social en la infancia hablamos de no escolarización, absentismo, explotación… Y también de todo lo que tiene que ver con la desprotección infantil: ausencia de ropa adecuada, de alimentación idónea, de cuidados físicos y psicológicos o carencias afectivas, entre otras.
En la mayor parte de los casos, por la irresponsabilidad de sus personas responsables, aunque es obvio que si los padres ya viven por ellos mismos una situación de exclusión social, la probabilidad de que los menores también puedan ser o estar excluidos aumenta mucho. Es ahí cuando a los profesionales de la intervención social nos toca tomar parte: acompañar a esos padres para que protejan a sus hijos e intervenir directamente con los menores a través de recursos de protección, como pisos, si fuese necesario.
Es lógico pensar que así es. Pero por fortuna, conocemos múltiples experiencias positivas que nos han demostrado que no tiene que ser así. Muchos menores, a pesar de las adversidades que les ha tocado vivir, han desarrollado una resiliencia -un concepto muy de moda en la actualidad- que les ha hecho seguir hacia adelante. El trabajo de muchos profesionales con ellos y con sus familias también ha sido fundamental para que ese futuro mal agorero no se cumpliese, para dejar de lado el determinismo social y abrirse camino uno mismo mientras se inicia la marcha. Cuando esto ocurre, la satisfacción y recompensa que los profesionales alcanzamos es máxima.
Queremos pensar que sí. Otra cosa es que muchas veces no se pongan las medidas suficientes para tratar de reducir esas cifras y más cuando se viven épocas como la actual, con una crisis económica que parece ocultar cualquier otro tema y a partir de la cual se realizan recortes en iniciativas de carácter social.
“La crisis económica actual sirve de excusa para realizar recortes en iniciativas de carácter social”
De alguna manera, desde nuestra posición de profesionales de la intervención social, hemos notado que la tipología de familia que acude a los Servicios Sociales ha cambiado. Hay que empezar a olvidarse de la clásica imagen de usuario demandante de clase baja o familia desestructurada y empezar a visualizar a familias de clase media, como la gran mayoría de familias normalizadas, que acuden a estos recursos.
Hemos trabajado con muchos menores que nos han contado cómo en su casa la crisis se ha dejado notar, han visto cómo la misma ha originado conflictos familiares, etc. En estos casos, queda recoger a los chavales y hablar con los padres para que expongan y elaboren con sus hijos este tipo de situaciones, siempre y cuando tengan edad para ello. Respecto a los más pequeños, a los padres se les traslada la necesidad de que la responsabilidad paterna esté por encima y hay que garantizar los ingresos para que, de esta forma, los menores estén protegidos en todos los ámbitos.
“Las próximas generaciones de padres habrán aprendido la necesidad de dedicar tiempo a sus hijos”
En ocasiones vemos que son conscientes de ello pero, al mismo tiempo, sitúan aún sus prioridades en otros ámbitos, como el laboral. Ésta es una de las grandes causas que inciden en comportamientos disruptivos de muchos menores, quienes no tienen una figura de referencia que les acompañe en su proceso de crecimiento, que les marque los límites. Cuando no se encuentran esos límites en casa o esos referentes en los padres, se buscan fuera, con las consecuencias que ello puede acarrear.
A pesar de todo, y sin querer pecar de optimistas, o sí, nos da la impresión de que las próximas generaciones de padres habrán aprendido la necesidad que se expone en la pregunta y que se tenderá a priorizar el cuidado de los hijos frente a otros aspectos. También es cierto que un apoyo institucional estaría bien, como planes para facilitar la conciliación laboral y familiar.
Ausencia de límites y una nula capacidad de frustración en los menores, que se creen poseedores de todos los derechos del mundo y ninguna obligación, se convierten en unos privilegiados a quienes, toda vez que se ven en lo más alto, cuesta muchísimo bajar. La falta de un referente adulto de acompañamiento implica que busquen otras referencias en la calle y eso, a su vez, conlleva riesgos (consumos, etc.).
Estos ejemplos reflejan en parte la evolución en el ámbito de la protección al menor. De los orfelinatos, se pasó a pisos de acogida y, ahora, se intentan potenciar las familias de acogida. La diversidad es necesaria por la variada tipología de situaciones en el ámbito de la protección de menores. No todos necesitan salir a un recurso residencial u otros, por sus características, no podrían estar en una familia de acogida.
“En el 95% de los centros de menores se les da una atención extraordinaria”
Desconocemos muy bien cuál es esa imagen distorsionada, pero podemos aseverar que en el 95% de ellos se da una atención extraordinaria a los menores, se les atiende y salvaguardan todos sus derechos y están dirigidos por profesionales magníficos. Algunos informes o estudios han puesto de manifiesto casos graves de malos tratos, conflictos y desatenciones, pero, como en ocasiones se dice, estos han sido los “garbanzos negros” que, desgraciadamente, existen en casi todas las profesiones. Nosotros pensamos en los menores, nos toca conocer sus derechos, redundar y perfeccionar nuestro propio código deontológico y denunciar a las personas que no cumplan con ello o no atiendan de manera satisfactoria a los menores que se hallan en este tipo de recursos (sean profesionales sociales o no).
Un educador de calle es ese profesional en quien se aúna una labor más comunitaria, es decir, a quien le conocen en el barrio porque organiza actividades para el mismo, genera participación, es conocido en los centros escolares, etc., y precisamente por ese trabajo comunitario, genera una confianza para que cualquier joven se le pueda acercar en un parque, en una plaza, a comentar sus dudas o sus preocupaciones. Es una figura poco conocida y poco reconocida, que aporta un montón de cosas a los chavales y a los profesionales que trabajan en otros ámbitos, al coordinarse con ellos.
“Con los adolescentes hay que ser honesto, explicar quién eres, por qué te acercas y mostrarte cercano en cuanto a la posibilidad de proponerles una ayuda profesional”
Vamos a explicar lo que no debe hacer: aparentar algo que no es. Muchas veces nos ha tocado vivir la situación de hombres y mujeres que aparentan, prácticamente, ser adolescentes para acercarse a un grupo de chavales. Craso error. Hay que ser honesto, explicar quién eres, por qué te acercas y mostrarte cercano en cuanto a la posibilidad de proponerles una ayuda profesional en lo que puedan necesitar.
Muy probablemente, como cualquiera. Si no ha sido atendido de manera correcta, tendrá más posibilidades de poder tener problemas o dificultades personales o familiares y de no saber gestionar esa misma tarea cuando le toque realizarla. A pesar de ello, insistimos en la idea de que, incluso en las situaciones más adversas, mucha gente ha evolucionado por sí misma. Volvemos al concepto de resiliencia, algo que creo que educadores sociales, psicólogos, e incluso periodistas, deberíamos investigar más para tratar de hallar claves.
¿Por qué no? Con esta sencilla pregunta comienzan algunos de los proyectos más brillantes. Así se lo plantearon hace ya cinco años Asier Félix, Iñigo Rodríguez y Raúl Luceño. Trasladaron su profesión a la Red y crearon Educablog, una propuesta que ahora ha dado el salto al papel. “Esperamos que todas las personas que se hayan acercado a nuestros textos, en uno u otro formato, hayan encontrado herramientas prácticas para su quehacer diario”, explican. Se han alejado de tonos académicos o muy teóricos y se han centrado en trasladar experiencias cotidianas, en abordar casos prácticos, “lo cual pensamos que conlleva una cercanía que el lector, el educador social curtido o el educador novato agradecerán”.
Pero ellos también han aprendido mucho en este tiempo. “Una de las cosas que más nos ha gustado durante los cinco años de vida de Educablog es la participación de la gente, el nivel de implicación y de interacción que han demostrado en sus cientos de comentarios”, revelan. Incluso, el libro dedica un capítulo especial a todas las personas que han dejado comentarios elaborados en el blog, “intervenciones que han superado en análisis y reflexión al propio texto original escrito por alguno de nosotros”, subrayan.
¿Quiénes son los autores de estos comentarios? “Sabemos que entre un 70% y un 80% son educadoras y educadores sociales, estudiantes de esta titulación u otra relacionada con la intervención social, así como personas involucradas con el denominado Tercer Sector”, precisan. De manera puntual, también les han leído personas preocupadas por algún tema concreto o afectadas por las problemáticas citadas en el blog, como la anorexia.