Unos cinco millones de personas en España son incapaces de mantener su vivienda a una temperatura adecuada y más de tres millones de personas viven en hogares con más de un retraso de los recibos de energía. Son algunos datos del último estudio sobre pobreza energética publicado por la Asociación de Ciencias Ambientales (ACA). Para ayudar a estas personas y, en general, a todos los ciudadanos que quieran mejorar y ahorrar en su consumo energético, sus responsables han creado el Punto de Información al Consumidor Vulnerable (PICv). Su portavoz, David Gimaré, explica qué medidas se pueden tomar y recuerda que cualquier persona puede contactar con ellos de forma gratuita a través de la web o por teléfono.
El consumidor vulnerable es quien se encuentra en alguna categoría con derecho al bono social eléctrico. Sin embargo, no todas las categorías encierran una situación de vulnerabilidad. El Gobierno debería definir adecuadamente qué se entiende por consumidor vulnerable.
Cualquiera podría serlo, pero las actuaciones deben priorizarse hacia quienes presentan una mayor vulnerabilidad: hogares incapaces de asumir las facturas de la energía o que no pueden calentar sus hogares en invierno, pero también hogares que dedican una parte significativa de sus ingresos a pagar sus facturas y podrían entrar en pobreza energética.
El porcentaje de hogares españoles incapaces de mantenerse a una temperatura adecuada superó el promedio de la UE en 2014De muchos factores. El último informe presentado por ACA en abril analiza diferentes características: familias con niños a cargo, con personas viudas o separadas, desempleados, etc. El problema está lejos de solucionarse, a pesar de estar en un contexto de leve mejora macroeconómica.
Según nuestro estudio, para 2014 los hogares con gastos desproporcionados (destinaban más de un 10% de sus ingresos a las facturas de energía) y quienes se declaraban incapaces de mantener su vivienda a una temperatura adecuada en la estación fría alcanzaron tasas del 15% y 11%, respectivamente. Otros indicadores muestran que un 6% de los hogares españoles (2,6 millones de ciudadanos) dedicaban más de un 15% de sus ingresos familiares a las facturas energéticas (tres veces más que la media). Además, fue el único y primer año desde 2006 en el que el porcentaje de hogares incapaces de mantener su vivienda a una temperatura adecuada (11,1%) superó el promedio de la UE (10,2%): 5,1 millones de ciudadanos. Y no es el único dato preocupante, pues más de tres millones de personas residían en hogares con más de un retraso de los recibos de energía.
“Más de tres millones de españoles viven en hogares con más de un retraso de los recibos de energía”La pobreza energética es un fenómeno muy complejo que debe atajarse desde diferentes ámbitos: impulso de la rehabilitación energética de edificios; reformulación del bono social para adaptarlo a los consumidores vulnerables; cambios legislativos en el ámbito de los cortes de suministro y ampliar el acceso a fondos de ayuda para las situaciones más vulnerables; reformar las políticas de financiación de eficiencia energética para beneficiar a hogares vulnerables; aprovechar las oportunidades en el campo de la micro-eficiencia; fomentar programas de formación orientados a los colectivos vulnerables en temas de hábitos de consumo y eficiencia energética; y mejorar la información.
La energía es un recurso básico que en el contexto actual no está al alcance de todos. El Punto de Información al Consumidor Vulnerable pretende mostrar información para todas las necesidades, desde medidas low cost o sin coste extra, hasta otras con una mayor inversión, como la sustitución de los electrodomésticos por otros más eficientes o mejorar el aislamiento o las instalaciones de la vivienda. Estas medidas pueden suponer un coste inicial que, a medio o largo plazo, se amortizan con el incremento del ahorro, pero sobre todo mejoran la calidad de vida y reducen su vulnerabilidad.
“La principal medida para reducir el gasto energético es actuar en la envolvente térmica del edificio”Se recomienda actuar principalmente en la envolvente térmica del edificio. Luego hay hábitos de consumo para optimizar el consumo energético: ventilar la vivienda en las horas de mayor calor exterior (no más de 15 minutos); no cubrir las fuentes de calor; tapar las rendijas; aprovechar al máximo las horas de luz; mantener limpios los puntos de luz; no introducir alimentos calientes en el frigorífico; usar ciclo de lavado en frío con la lavadora, etc. Asimismo, es recomendable tener aparatos eléctricos eficientes, como bombillas de bajo consumo o electrodomésticos A+++. En definitiva, es necesario un análisis concreto para ofrecer propuestas a cada caso.
Hay diversos tipos:
- Para el pago de facturas. Las administraciones municipales y las entidades sociales como Cáritas o Cruz Roja asumen el pago de las facturas impagadas de los hogares vulnerables. Asimismo, están los convenios entre las comercializadoras y las administraciones públicas para prorrogar los plazos legales para el corte del suministro. Cuando estos hogares son atendidos por los servicios sociales y se determina que tendrán ayudas para el pago de las facturas, previo informe de vulnerabilidad, se evitan los cortes mientras dichas administraciones realizan los pagos.
- Ayudas para cubrir parte de los costes de rehabilitación energética de edificios. Sin embargo, al tratarse solo de un porcentaje, suele ser insuficiente para que los hogares vulnerables se beneficien.
- Bono social. No es una ayuda, pero es la única medida que minimiza parcialmente el coste de la factura eléctrica a los consumidores con las siguientes características: tener contratada una potencia inferior a 3 kW en su vivienda habitual; tener 60 o más años de edad y ser pensionista o beneficiarios de pensiones del extinguido Seguro Obligatorio de Vejez e Invalidez y de pensiones no contributivas de jubilación e invalidez; ser familia numerosa; y formar parte de una unidad familiar con todos sus miembros en desempleo.