En la semana del Día Internacional de la Mujer, Almudena Sanz, socia directora de Delfo, habla de esta organización que trabaja en España en ámbitos como la igualdad y la lucha contra la violencia de género, entre otros. 25 años después de la creación de esta entidad, Sanz se siente algo más cansada pero con la ilusión y convicción intacta para seguir acortando “la distancia existente con los hombres cuando se analizan datos sobre la presencia de las mujeres en los ámbitos de decisión académico, jurídico, económico y cultural”. Desde Delfo emplean el teatro foro como herramienta para sensibilizar y provocar esa toma de conciencia tanto en adolescentes como en adultos. Y es que, como Sanz reconoce, “cuando se quiere cambiar actitudes, es más efectivo que se vivencien los conflictos y se visualicen las soluciones participando de manera activa en la transformación social”.
Delfo nace a finales de 1991, en plena crisis de los 90, con proyectos de orientación profesional y apoyo a la búsqueda de empleo dirigidos a personas con dificultades para encontrar trabajo. Nos especializamos en jóvenes que buscaban su primer empleo y en mujeres que, tras una interrupción en su trayectoria laboral y carrera profesional debido a la maternidad u otras responsabilidades familiares, deseaban incorporarse de nuevo al mundo laboral. Nuestra finalidad en los inicios era guiar a grupos de personas, fomentando su autoconocimiento y autoestima y ayudándoles a desarrollar sus habilidades y competencias más destacables para cumplir sus metas profesionales.
“En Delfo nos especializamos en mujeres que deseaban incorporarse al mundo laboral después de la maternidad”
Desde entonces han pasado 25 años y se han producido muchos cambios en nuestra sociedad. Como equipo humano muy sensible a las necesidades sociales y especializadas en la educación en valores igualitarios y desarrollo de competencias que mejoren las capacidades emocionales y de relación entre personas, trabajamos con entidades públicas y privadas para implementar sus políticas sociales, dirigidas a múltiples segmentos de la población. En la actualidad, tenemos diferentes líneas de actuación (igualdad, diversidad, inteligencia emocional y fomento del empleo) y ofrecemos proyectos de consultoría, campañas de sensibilización, servicios de atención psicológica y social y cualquier otro programa que sea necesario para conseguir estos objetivos.
Me temo que no. En España somos conscientes de que tenemos una legislación avanzada en materia de igualdad y de violencia de género, pero no percibimos la diferencia entre la igualdad jurídica y la real. Cuando se analizan datos sobre la presencia de las mujeres en los ámbitos de decisión (académico, jurídico, económico, cultural…), se ve la distancia existente y, de ahí, en escalada, su influencia a toda la sociedad.
“Intentamos que los y las menores desarrollen una actitud crítica ante las desigualdades”
Estamos convencidas de que el cambio social debe empezar por las nuevas generaciones. No solo creemos que hay que concienciar de esta desigualdad existente a modo de diagnóstico, sino que hay que implicar a nuestros menores para que sean agentes de cambio. Por ello intentamos que los y las menores desarrollen una actitud crítica ante las desigualdades que se identifiquen en cada etapa evolutiva, para que, junto al resto de la sociedad, puedan ser parte de la solución. Para construir una sociedad libre de desigualdades hay que contar con los chicos y chicas que mañana serán quienes tomen las decisiones en todos los ámbitos (públicos y privados).
Empleamos el teatro como herramienta inmejorable para provocar en el público esa toma de conciencia imprescindible y que se pueda producir la transformación social de aquello que queremos cambiar en nuestro entorno. Se trata de simular conflictos cotidianos en escena y mostrar los recursos necesarios para detectar, en la realidad, esos mismos estereotipos y comportamientos problemáticos y así estar en disposición de poder cambiarlos. Esta metodología la aplicamos tanto con menores (infancia y adolescencia) como con población adulta. Con los más pequeños trabajamos desde cuentos que puedan identificar o bien la historia o bien a los personajes, pero dando un gran giro en escena que les sorprende y capta su atención. Con adolescentes hemos comprobado que el musical es el estilo más directo para conectar con sus problemáticas. Y a la población adulta llegamos desde la tragicomedia y el absurdo.
“El musical es el estilo más directo para conectar con los adolescentes”Llevamos más de 15 años trabajando con talleres formativos (tanto en aula como en centros culturales) con una metodología clásica de transmitir contenidos sobre igualdad de oportunidades. Cuando lo que se quiere es un cambio de actitudes, es más efectivo que se vivencien los conflictos y que se visualicen las soluciones participando de manera activa en la transformación social. Los temas más presentes en nuestras obras teatrales son las desigualdades entre mujeres y hombres en cuanto a sus roles (lo que se espera que sean y hagan los hombres y lo que se espera que sean y hagan las mujeres), es decir, la socialización diferenciada a través de los diferentes agentes socializadores (familia, juegos, TV, música…) y la herencia que aportamos unos y otras para la visibilidad o invisibilidad, así como las diferentes manifestaciones de la violencia de género.
“En el Teatro-Foro se abordan temas como el acoso escolar, la violencia de género o la diversidad cultural”
Las dos últimas obras que hemos creado para población adolescente son dos musicales: ‘¿Te querré siempre?’, de 2012 y de la que llevamos más de 120 representaciones, y ‘Redes’, estrenada en noviembre del año pasado y representada ya más de 25 veces. En el caso de ‘Redes’, a través de ocho escenas se abordan aspectos diversos como el acoso escolar, ciberbullying, la violencia de género, los condicionamientos sociales y los estereotipos de género, el conflicto intergeneracional, la competencia emocional, la comunicación y la diversidad cultural. Para ello, el elenco artístico interactúa con un formato audiovisual, que dota de un ritmo y un lenguaje próximos al universo de los y las adolescentes explorando estéticas similares a las redes sociales que hoy día median sus relaciones sociales.
Términos como brecha salarial o techo de cristal empiezan a formar parte de cualquier conversación que define la situación de la mujer en su esfera pública. La realidad es que cuando las mujeres realizan trabajos con peores remuneraciones y en jornadas más pequeñas, se generan dependencia económica y pensiones insostenibles. Además, mientras no cambie la distribución de responsabilidades en la esfera pública/privada, las mujeres seguirán compatibilizando su desarrollo profesional con las exigencias domésticas y familiares.
“La esfera privada debe incorporar modelos masculinos y padres activos en el hogar”
La realidad de la mujer en el empleo, en la esfera pública y en la familia tiene que dejar de ser cuanto antes una “realidad de mujer”. Cuanto antes, debemos analizar la realidad de las esferas públicas y privadas con un ejercicio con presencia común de hombres y mujeres. La esfera privada debe incorporar modelos masculinos, ofreciendo a parejas y padres que participen de manera activa en la construcción de su hogar. Para ello, se deben visibilizar nuevas masculinidades que modifiquen, a su vez, los condicionantes tradicionales del mundo productivo (jornadas interminables, cuidado de personas dependientes a cargo de las mujeres, etc). Esto no es un problema generado por las mujeres y, por tanto, no está solo en nuestras manos ponerle solución. Las desigualdades sociales afectan a la sociedad en su conjunto y, por tanto, somos el conjunto de la sociedad quienes debemos plantear un nuevo marco de convivencia igualitario.
Desde aquel Ministerio de Igualdad y el actual Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e Igualdad (ha ido cambiando mucho el nombre), se han visibilizado mejor las necesidades, lo que es un avance en sí mismo, pero se han reducido los recursos. Las leyes, las estrategias, los planes, los pactos, etc., si no se dotan de recursos suficientes, no se pueden implantar.