Para trabajar, para divertirse o para hacer buenas fotos desde el aire, los drones son uno de los artefactos electrónicos del momento. Los hay de distintos tipos, según el uso que se les quiera dar, y pueden desempeñar muy diversas funciones. Sin embargo, no todo está permitido con estas aeronaves, aunque parezcan inofensivas y domésticas. Sobre ello, y sobre el futuro de estos objetos voladores, conversamos con Israel Quintanilla, director del Máster de Drones de la Universitat Politècnica de València.
Los vuelos de drones recreativos se realizan desde hace años, solo que antes se llamaba aeromodelismo y se hacía en campos de vuelo específicos. Si el dron pesa menos de 250 gramos, puedes volarlo sin problema si cumples una serie de requisitos de seguridad muy claros. Si pesa más, hay establecida una normativa de seguridad aérea.
Es muy baja. Siempre que haya un accidente se debe comunicar oficialmente a la Agencia Estatal de Seguridad Aérea, que lo eleva a la Comisión de Investigación de Accidentes e Incidentes de Aviación Civil (CIAIAC).
Sin duda. Se aprobó en diciembre de 2017 y se asimila a la que nos llega ahora de Europa. Es una normativa restrictiva pero el objetivo es que no existan riesgos, y eso se cumple en España con creces.
No tiene lógica que se utilicen drones recreativos en una ciudad; sería caótico. En el futuro, las ciudades crearán zonas específicas para este tipo de aparatos. Esto ya pasa en otras ciudades del mundo y está relacionado con la gestión de tráfico aéreo.
Como decía Julio Verne, lo que un hombre es capaz de imaginar otro será capaz de llevarlo a cabo. Igual que ahora hay carriles bici, en el futuro habrá aerovías de drones. Serán, además, drones con capacidad de desarrollar operaciones de forma autónoma o semiautónoma. Es decir, estarán automatizados y no será necesario tener un piloto para llevarlos. Todos estarán geolocalizados y contarán con importantes medidas de seguridad.