Sus llamativas y coloridas flores son la causa de que las orquídeas se consideren entre las flores más apreciadas y cultivadas. Pertenecientes a la familia de las orquidáceas, en la actualidad se contabilizan más de 25.000 especies, a las cuales hay que sumar cerca de 70.000 híbridos artificiales debidos al cruce de plantas silvestres y cultivadas. Las orquídeas pueden ser terrestres, litófitas -crecen sobre rocas- o epifitas -crecen sobre los tallos de otras plantas o sobre las ramas de los árboles-.
Características y cuidados
Las necesidades de riego de las orquídeas dependen de las variedades y tamaño de las mismas y de las condiciones climáticas que las rodean. En general, estas flores necesitan una humedad ambiental alta y no toleran el agua muy clorada o rica en minerales. La mejor opción para regar es el uso de agua destilada.
Dado el origen tropical y subtropical de la mayoría de sus variedades, estas plantas precisan de una temperatura mínima de 12º C y una máxima de 30º C. No obstante, algunas especies soportan bien las bajas temperaturas y otras solo florecen si hay fuertes diferencias de temperatura entre el día y la noche.
Necesitan una humedad ambiental alta y no toleran el agua muy clorada o rica en minerales
También conviene colocarlas en lugares que estén al abrigo de corrientes de aire, siempre en sitios luminosos pero resguardados de la acción directa del sol.
Para facilitar su crecimiento, el suelo en el que se cultivan debe ser poroso y estar bien drenado. Cuando las orquídeas se cultivan en macetas, el sustrato debe ser especial para este tipo de plantas. Si las plantas son epifitas, se deben elegir recipientes de plástico transparente para que la luz llegue a las raíces.
Se pueden abonar una vez al mes, entre febrero y julio, aunque no conviene excederse con este tipo de productos.
Las orquídeas se multiplican por semillas o por división. Esta última modalidad es la más sencilla de realizar. El mejor momento para dividir la planta coincide con el crecimiento de los nuevos brotes.
Al igual que ocurre con otras especies vegetales, las plagas más comunes en las orquídeas son los pulgones, las cochinillas y las arañas rojas. Para eliminarlos, hay que rociar la planta infectada con un insecticida cada 15 días.
En cuanto a las enfermedades, éstas pueden estar causadas por la acción de virus, hongos o bacterias.
Los virus más destructivos son los del mosaico y el de la mancha anillada. En estos casos, la planta se ve afectada por clorosis (producción insuficiente de clorofila) y malformaciones en flores y hojas.
La acción de los hongos puede provocar manchas oscuras en hojas y flores y, en casos extremos, la podredumbre de tallos y raíces.
Respecto a las bacterias, éstas se manifiestan a través de manchas y alteraciones de color. Además, se desarrollan y reproducen con mucha rapidez y, con la misma celeridad, contagian a los demás ejemplares. Por ello, es importante detectarla a tiempo y aislar la planta o plantas afectadas.