El diseño y planificación de un jardín es un arte. Hay que elegir los materiales, la distribución de los espacios o el tipo de plantas, pero sobre todo hay que tener muy claro el estilo. Clásicos, románticos, innovadores o eclécticos. A lo largo de la historia, los jardines han pasado de ser lugares místicos y religiosos asociados a la idea del Paraíso, a convertirse en un lugar de disfrute y esparcimiento.
Jardines clásicos
Jardín árabe. De formas geométricas cargadas de simbolismos, está concebido como una sucesión de espacios cerrados y recoletos donde el agua, presente en fuentes, surtidores, estanques y acequias, es el elemento decorativo por excelencia. También es muy importante el uso de azulejos y cerámicas de colores vivos en pilares, bancos y estanques. Las especies vegetales más utilizadas son el ciprés, el naranjo, el limonero, el boj, la lavanda, los malvones y los geranios.
Jardín japonés. El jardín es un elemento tradicional vinculado a la cultura japonesa. No sólo está relacionado con parques, zonas verdes, templos o palacios, sino también con el hogar tradicional, aunque sea de reducidas dimensiones. Es un jardín cerrado, aislado del exterior para una mejor contemplación, donde las cercas de madera, brezos o arbustos se convierten en elementos imprescindibles. Todo jardín japonés debe tener varias rocas que simbolizan montañas o islas. Al ser Japón un archipiélago de islas volcánicas, este tipo de rocas, en especial los basaltos, oscuros y llamativos, son las más utilizadas. Alrededor de las piedras se coloca arena o grava blanca. Con un rastrillo se crean ondulaciones a modo de corrientes de agua. Según algunas clasificaciones, hay tres tipos de jardines: planos, con espacios abiertos que invitan a la contemplación, jardines de colina y laguna, de paseo y que combinan el agua y las elevaciones del terreno, y jardines de té, con plantaciones escasas y dispersas. Entre la vegetación destaca el bambú, los rododendros, azaleas, lirios, crisantemos, viñas ornamentales o cerezos.
Jardín francés. Es geométrico y acotado. Con un orden decorativo donde las flores y los setos tienen un gran protagonismo. Además, los parterres son muy recargados y es habitual la topiaria o poda ornamental de plantas como el cedro, la azalea o el ficus benjamín. Los ornamentos no naturales, entre los que destacan fuentes, esculturas, estanques y pérgolas, adquieren también una gran relevancia. Respecto al césped, éste ocupa un lugar secundario. Los senderos, de gravilla, están bordeados de coníferas y otros árboles con copa recortable. Este tipo de jardín emplea una gran variedad de especies arbóreas, por lo general caducas. Los castaños de indias, olmos, álamos, robles, tilos, abedules y abetos son una buena muestra de ello. En cuanto a los arbustos, los más habituales son el boj y el tejo, recortados de forma regular e irregular, armando figuras o simples setos.
Jardín inglés. Es irregular, con caminos tortuosos y vegetación desordenada que crea una imagen natural. Hay una gran presencia de arbustos y maleza. Los elementos arquitectónicos, como rocas, estatuas y bancos también forman parte de la decoración. Los itinerarios no se señalan, ya que en el paseo por un jardín inglés hay poco espacio para la sorpresa. Las irregularidades del terreno se aprovechan y se exaltan. También se caracteriza por una plantación formal y simétrica, con patrones damero -ajedrez- en el suelo y filas ordenadas de setos. Rosas y clemátides combinan con tapices florales y laberintos vegetales.
De acuerdo a las distintas regiones climáticas, los jardines se dividen en tres tipos: atlántico, continental y mediterráneo.
El jardín atlántico se caracteriza por un clima con temperaturas suaves y la humedad suficiente para cultivar plantas de espacios abiertos y praderas. Hayas, abedules, robles, fresnos, acebos, brezos, rododendros, ranúnculos, nomeolvides, musgos y helechos, forman parte, entre otras especies, de la vegetación habitual.
Las temperaturas extremas del clima continental condicionan el diseño del jardín. Las heladas y el calor obligan a buscar emplazamientos especiales para cada especie. Además, en las épocas calurosas, hay que escoger especies rústicas de la zona y contar con un medio de riego adecuado para el ahorro de agua. En el jardín continental se pueden plantar encinas, madroños, laureles, alcornoques, jaras, tomillos, romeros, jacintos, lirios y narcisos.
Las temperaturas en el clima mediterráneo no son tan rigurosas. Sin embargo, la sequía estival en las zonas de interior y la humedad del mar en las zonas costeras condicionan el tipo de vegetación. No obstante, con un sistema de riego adecuado, se pueden cultivar la mayoría de las especies del jardín continental. A estas últimas, se suman también los ejemplares características de un jardín mediterráneo, como adelfas, retamas o hibiscos.