Las plantas tropicales tienen una excelente aceptación entre los amantes a la jardinería que ven en éstas un colorido y unas formas atractivas, muy distintas a lo que se pueden encontrar normalmente en los balcones y terrazas. La guzmania lingulata es una elección bastante frecuente, puesto que ésta resulta especialmente llamativa por sus brácteas rojo vivo en el centro, de las cuales surgen unas flores muy pequeñas que bien pueden ser de color blanco crema, amarillas o incluso rojas.
Otro elemento muy atractivo de esta planta son sus hojas largas, que pueden alcanzar incluso hasta los 30 centímetros de longitud, y que se encuentran dispuestas en forma de roseta, todas ellas de un verde brillante muy alegre.
Esta planta, integrante de la familia de las bromeliáceas, tiene sus orígenes en las selvas tropicales del centro de Sudamérica. Es por esto que en la Península sólo se cultiva en invernaderos y por lo que se le fuerza a florecer durante todo el año.
Naturalmente, la guzmania requiere unas condiciones de humedad muy específicas, así que resulta conveniente pulverizarlas frecuentemente y llenarles de agua el embudo central de hojas, el cual les sirve de reservorio. Además de esto, es necesario sumergir la maceta en agua cada ocho o diez días. Si es posible, en época de lluvias, es aconsejable aprovechar a sacar al exterior esta planta, pues agradece especialmente recibir el agua de lluvia. Como se puede observar, la principal preocupación a tener en cuenta radica en evitar que la tierra se seque.
Viendo sus necesidades de agua, se puede llegar a la conclusión de que para mantener la humedad esta planta necesita un suelo de turba poco desmenuzada, mezclada con tierra de jardín.
Si además se le asegura una temperatura templada, que oscile entre los 15 y los 18º C, y se evita que los rayos de sol incidan directamente sobre la planta, se obtendrá una preciosa guzmania luciendo en el hogar.
Por último, es recomendable anotar que la guzmania es una planta de larga duración que se multiplica utilizando los brotes laterales, los cuales no conviene retirar de la planta madre hasta que no estén bien desarrollados.