Castañas en almíbar

Esta receta nos servirá para mantener en conserva las castañas. Con ellas luego podremos hacer otras elaboraciones, como tarta o pastelitos; cocerlas en leche con azúcar y desmigadas, o seguir cocinando en el almíbar hasta que estén confitadas en el jarabe de azúcar para obtener el famoso y delicioso «Marrón Glacé» francés.

En primer lugar debemos pelar las castañas. Para ello, haremos un corte profundo en forma de cruz en la cáscara, sin llegar a la pulpa. Ponemos las castañas con su cáscara cortada en remojo durante 15 minutos en agua caliente. Las escurrimos e introducimos en el horno a 180º C, hasta que la cáscara se comience a curvar pero sin que llegue a tostarse la castaña por dentro. Pelamos las castañas en caliente. Si la piel interior no se hubiese despegado, volvemos a introducir las castañas de pocas en pocas en agua hirviendo durante 1 minuto. Las sacamos y las frotamos con un trapo de cocina. De este modo ya las tendremos peladas y preparadas para el almíbar.

Pesamos las castañas limpias (por ejemplo, 400 gramos) y preparamos un almíbar con 400 gramos de azúcar y 40 ml de agua (3 cucharadas). Cuando el almíbar esté a punto de hebra floja (es decir, que esté pegajoso pero no muy denso), agregamos las castañas. Cocemos a fuego suave dentro del almíbar hasta que las castañas estén cocinadas, lo que sabremos cuando podamos pinchar con una fina aguja y esta penetre sin dificultad en la castaña cocida en el almíbar.

Escurrimos las castañas del almíbar e introducimos en el tarro de cristal donde vayamos a conservarlas. El almíbar resultante se puede utilizar tal cual o se puede aromatizar con algún licor, agregamos una cucharadita de licor o unas gotas de esencia de aroma de limón o de vainilla. Cubrimos las castañas con el almíbar caliente hasta 2 centímetros del borde del bote, cerramos el tarro de cristal con la tapa a rosca y colocamos boca abajo sobre un trapo y cubierto con otro trapo de cocina para que haga el vacío. De esta manera dejamos hasta que se enfríe la conserva. Una vez a temperatura ambiente podemos conservar durante un año en un lugar apartado de la luz, fresco y sin humedad, ya que el azúcar es un conservante natural.