Diferentes composiciones
Abonos y fertilizantes comparten cometido. Aunque se tiende a pensar que son productos diferentes, sus funciones son similares. Ambos consiguen el mismo efecto: favorecer el crecimiento y la nutrición del suelo y de las plantas. Abonar es una actividad esencial para asegurar la calidad del suelo y mejorar el desarrollo de árboles y plantas. En el momento de escoger qué tipo de productos usar, surgen dudas entre los abonos y los fertilizantes. En ocasiones, se considera que los primeros mejoran el sustrato, mientras que los segundos hacen lo propio con las plantas. Sin embargo, es un planteamiento erróneo. Ambos optimizan y nutren tanto el suelo como los vegetales. «El único matiz posible es que los abonos tienen un principio activo orgánico que, en el caso del fertilizante, es artificial», añaden desde la Agencia para la Promoción de las Flores y las Plantas (APFP).
Entre los productos de composición orgánica destacan el estiércol, el compost y el mantillo, que a su vez se clasifican por su origen animal o vegetal. Su aspecto es muy similar al sustrato y se aplican de forma directa sobre el terreno. Los compuestos químicos minerales se solubilizan en el suelo, en contacto con el agua, y se absorben por las raíces de las plantas.
Formulaciones líquidas y sólidas
Los abonos y fertilizantes se comercializan en formulaciones líquidas y sólidas. Los líquidos se incorporan al agua de riego, en las dosis indicadas por el fabricante, y se aplican de forma periódica. Una modalidad de fertilizante líquido son las pipetas, apropiadas para el abono de plantas. Se insertan en las macetas y el preparado cae gota a gota durante un periodo de tiempo determinado.
Los polvos solubles de diferentes tamaños y el granulado hidrosoluble- que se disuelve con el agua de riego al cabo de unos días- son los principales compuestos sólidos. La APFP clasifica estos abonos según la homogeneidad del preparado. Si la mezcla de las materias primas que lo componen no es uniforme, se consideran de tipo «blending». Conviene conocer este aspecto, ya que este tipo de abono no garantiza una distribución total de los nutrientes, sobre todo, en los terrenos pequeños. Por el contrario, son complejos cuando cada gránulo tiene la misma composición. De esta manera se consigue una distribución uniforme sobre el suelo.
En ambos casos, el granulado se aplica de forma directa sobre el terreno. Es preferible distribuirlo cerca de la zona radicular de las plantas, aunque también es posible enterrarlos para que penetre mejor en el suelo.
Por su composición, los fertilizantes son simples, como el nitrato amónico; binarios, como el de potasa; y terciarios o complejos, si incluyen tres elementos. En este último caso, debe prestarse atención a la riqueza del abono. Ésta se expresa en la etiqueta del producto mediante tres números asociados a las letras N (nitrato), P (fósforo) y K (potasio). Las letras hacen referencia al porcentaje de cada uno de ellos que forma parte del abono. Sus riquezas son más bajas en los abonos líquidos y superiores en los de formulación sólida. Los tres pertenecen al grupo de los macronutrientes, más demandados por parte de la planta.
Además de estos, algunos fertilizantes incluyen microelementos cuya presencia también se debe indicar en la etiqueta del producto. Se denominan de esta forma porque la planta los requiere en menor cantidad, pero mejoran el crecimiento del vegtal. Los principales son: magnesio(Mg), cobre (Cu), manganeso (Mn), boro (B), hierro (Fe), Zinc (Zn), azufre (S) y calcio (Ca).