Las grandes cadenas de distribución comercial española pierden unos 240.000 millones de pesetas al año por los pequeños hurtos de sus empleados y sus clientes y, en menor medida, por errores en la gestión de los productos. Lo más curioso no es que la suma de los pequeños delitos cometidos en las grandes superficies alcance un cuarto de billón de pesetas, sino que el 38% de ellos, la mayor parte, los cometen los propios empleados de los comercios.
Estos son algunos de los datos recogidos en el «Informe sobre el impacto de la Pérdida Desconocida» -fórmula eufemística para denominar las sustracciones-, elaborado por la asociación AECOC, que agrupa a más de 17.000 empresas españolas que trabajan en todo el segmento del comercio, desde la producción a la distribución. Los 240.000 millones perdidos en los pequeños delitos suponen el 1,1% de las ventas del sector y es un porcentaje levemente menor que el registrado el año pasado por el mismo concepto, que fue del 1,25%. Según el ponente del informe, Jordi Querol, el 1,1% de pérdida desconocida es equivalente a la proporción que sufren los grandes comercios de la Unión Europea (UE).
El estudio indica que la gran mayoría de los delitos de clientes están cometidos por profesionales del hurto y por bandas organizadas que recorren las grandes superficies y tiendas del país. El valor del robo medio sería de unas 5.000 pesetas y los días de mayor peligro son los viernes y sábados por la tarde, cuando se aprovecha la aglomeración de público.
Los objetos del hurto están bastante bien identificados. En su mayoría se trata de productos de perfumería y cuchillas de afeitar, de licores, de objetos electrónicos, de DVD y CD, de conservas de calidad, y de artículos de gran valor, como joyas o abrigos de piel. La mayoría de los robos se producen en grandes superficies, ya que, por su tamaño, por la aglomeración de clientes, y por sus propios sistemas de venta dan mayores facilidades que el comercio tradicional.