La mayor ventaja que nos ofrece la cocina con gas respecto a la vitrocerámica eléctrica es el ahorro energético que produce. Expertos estiman que el ahorro estriba entre un 30 y un 50% respecto a las cocinas eléctricas.
Además, el gas carece de monóxido de carbono en su composición, por lo que se considera una energía limpia cuya combustión no produce residuo alguno ni malos olores.
El gas butano permite regular la llama a voluntad, de forma instantánea y manual desde el mismo momento en que se enciende y sin necesidad de esperar a que se caliente la cocina.
Al tener una gran potencia, es más rápido que otros tipos de energía, proporcionando calor al momento, por lo permite alcanzar su máximo calorífico al instante, evitando la pérdida de los colores, las texturas, las vitaminas y los nutrientes de los alimentos.
El gran poder calorífico de las cocinas a gas permite que funcionen todos los quemadores a la vez y se puedan cocinar de forma simultánea varios platos, ahorrando tiempo y dinero. Incluso a máxima potencia y con todos los quemadores en funcionamiento, una cocina a gas, en la mayoría de los casos, consume menos que las que utilizan otro tipo de energías.
Pero utilizar gas butano no significa renunciar a tener una cocina actual y moderna. Podemos optar tanto por las vitrocerámicas a gas como por el «Cristalgas», cocinas con una base de cristal templado y dos o cuatro quemadores.