Muchos ciudadanos están empezando a observar con alarma la espectacular propagación de plantas alóctonas como el plumero, la carqueja o la falsa acacia, arbustos y árboles que cada año invaden y colonizan nuevas parcelas de terreno y hacen retroceder con su pujanza a la vegetación tradicional.
Quizás el caso más llamativo sea el del plumero o hierba de las Pampas, una planta exótica que llegó a España del otro lado del Atlántico a principios del pasado siglo para adornar los jardines de las grandes mansiones y que hoy lleva camino de convertirse en una plaga. El plumero, conocido en lenguaje científico como cortaderia selloana, es muy fácil de distinguir. Se trata de una especie de porte elegante que tiene como principal característica un penacho de color blanco plateado que llega a elevarse por encima de los dos metros en los mejores ejemplares. La planta está en todas partes. Crece en cunetas, arcenes, riberas y descampados. Su presencia se ha hecho tan familiar que pasa incluso desapercibida a pesar de su porte y la espectacularidad de sus penachos.
Los plumeros se encuentran en esta época en la plenitud de su ciclo vegetal. De sus copetes han empezado a desprenderse miles de semillas que serán expandidas por el viento para que colonicen nuevas parcelas en la próxima primavera. Inaki Aizpurua, del departamento de Medio Ambiente de la Diputación de Guipúzcoa, dice que de momento la hierba de las Pampas se propaga en superficies en las que se han realizado movimiento de tierras y que su expansión no ha llegado todavía a los montes. «Se ve sobre todo en los núcleos urbanos y en sus proximidades, en terrenos alterados, aunque la facilidad con la que se está propagando últimamente empieza a ser preocupante».
La propagación del plumero está directamente relacionada con su utilización en obras públicas. Su bajo precio y su probada resistencia lo convierten en una de las especies favoritas para cubrir laderas y taludes descarnados. Pero se ha aclimatado de tal forma al clima atlántico que amenaza con convertirse en una grave amenaza para la biodiversidad vegetal en toda la cornisa cantábrica. El plumero llega ya hasta Galicia aunque de momento donde más pujanza ha adquirido es en la zona oriental de la costa.
No menos llamativa que la de la cortaderia ha sido la expansión de la carqueja -baccharis halimifolia-, un arbusto procedente también de Sudamérica que está colonizando desde hace unos años grandes extensiones de humedales. A diferencia de la hierba de las Pampas, que con sus altos penachos llama la atención de cualquier observador, la carqueja tiene una apariencia discreta y su presencia pasa desapercibida a todo aquel que no conozca sus características. Pero su capacidad de adaptación al clima la ha convertido en una temible enemiga de las especies tradicionales de los humedales, a las que está desplazando a pasos agigantados.
Aizpurua, el técnico de la Diputación, cita también como ejemplo de propagación de especies alóctonas el de la falsa acacia -robinia pseudoacacia-, que invade cada vez más rincones de los montes. Además, señala que desde hace unos años se ha detectado que la hierba tradicional de los prados más cercanos a la costa está siendo desplazada por el paspalum, una gramínea de origen sudamericano que forma una capa de grueso césped. El problema sería similar al que se ha detectado en las comunidades del sur y Baleares con el carpobrutus, un césped africano que empezó a utilizarse para alfombrar los jardines de nuevas urbanizaciones por su capacidad para sobrevivir con poco agua y que ha terminado desplazando al resto de las variedades que crecían en la zona.