El Instituto Nacional de Biología Básica de Okazaki (Japón) ha dado un paso de gigante para lograr una vacuna contra la úlcera. Este centro anunció la semana pasada la identificación de la proteína VacA, que causa el desarrollo de úlceras en personas infectadas por la bacteria que origina esta enfermedad, la «Helicobacter pylori».
En los primeros años de la década de los ochenta, el descubrimiento de esta bacteria supuso un hito en el conocimiento de la úlcera gastroduodenal y un vuelco total en su abordaje. Ahora, al haber aislado el componente dañino, se amplían las posibilidades de tratamiento para esas dolencias y se abren las puertas a una futura vacuna, aunque los especialistas advierten de que el camino sólo se ha iniciado.
Hasta la presentación en sociedad de «H. pylori», no se habían constatado bien las causas de la úlcera gastroduodenal, motivo muy frecuente de visita a la consulta del especialista en Digestivo. Se pensaba que intervenían factores psicológicos, estrés, hábitos alimentarios, consumo de tabaco…, pero nunca hasta entonces se había pensado que pudiera tratarse de una patología infecciosa. Hasta esos primeros años ochenta, y desde los setenta, se trataba con los llamados antagonistas H2, y a mediados de los ochenta se introdujo el primer inhibidor de la secreción gástrica (omeprazol). Con estos tratamientos se conseguía que la úlcera cicatrizara en 4 ó 6 semanas, pero no se curaba la enfermedad, con lo que las úlceras reaparecían a los pocos meses de interrumpir el tratamiento.
Relación causa-efecto
«Al descubrirse H. pylori, empieza a vincularse esta bacteria no sólo con la úlcera, sino también con otras enfermedades del estómago como gastritis crónica, cáncer gástrico y el linfoma MALT. Se comprobó que, si se erradicaba esta bacteria del estómago, los pacientes se curaban de la úlcera. Y lo que resultaba revolucionario: la úlcera no volvía a aparecer, con lo que la enfermedad se consideraba curada. Profundizando en la investigación durante años, se constató que H.pylori estaba presente en casi el cien por cien de los pacientes con úlcera», indica el doctor Manuel Díaz-Rubio, catedrático y académico de la Real Academia de Medicina y presidente de la Sociedad Española de Patología Digestiva.
La gastritis crónica se puede dar en muchos focos de la mucosa (multifocal) o desarrollarse sólo en el antro gástrico (tercio inferior del estómago). La gastritis multifocal, a su vez, puede dar lugar a úlcera gástrica y también a cáncer gástrico, incluso a linfoma gástrico, mientras que la gastritis antral, que también afecta al duodeno, puede dar lugar a úlcera duodenal, pero no provocar cáncer.
Para el tratamiento, «tenemos pautas muy concretas y eficaces, de manera que en el 90% de los casos erradicamos H.pylori -continúa este especialista-. Consiste en la combinación de un inhibidor de la secreción gástrica (IBP) y dos antibióticos. Cuando este tratamiento no es efectivo, se recurre a otros que llamamos de segunda línea».
Ahora, con el hallazgo aportado por los investigadores japoneses, se atisba por primera vez la posibilidad de desarrollar en el futuro una vacuna contra esta bacteria y las patologías que puede causar. Aunque el trabajo se ha realizado con ratones, la bacteria y sus receptores son comunes a la especie humana.
«Una vacuna para la úlcera es la gran esperanza desde hace veinte años, pero queda mucho camino por andar. El hallazgo ahora publicado es muy interesante porque, de haber vacuna, no existiría esta enfermedad», señala el profesor Díaz-Rubio, y añade que se trataría de una vacuna bastante universal «porque también de adultos nos podemos infectar, por ejemplo, viajando a países como Japón, donde la infección es bastante prevalente».
Linfoma y cáncer
El desarrollo de una vacuna para prevenir la infección de «H. pylori» permitiría también evitar que esta bacteria se vuelva resistente a los tratamientos antibióticos con los que actualmente se combate. Asimismo, se convertiría en una herramienta valiosa para prevenir algunos tipos de cáncer de estómago y, especialmente, el linfoma gástrico. «De este cáncer podríamos decir que es casi una enfermedad infecciosa; sin embargo, aún es pronto para decirlo del cáncer gástrico», señala el doctor Antonio Antón, jefe del Servicio de Oncología del Hospital Miguel Servet, de Zaragoza.
Este linfoma se trata con antibióticos, como si fuera una úlcera, y cuando está en sus primeras fases puede erradicarse exclusivamente con este tratamiento. «El problema es llegar a tiempo; de ahí la importancia que tendría una vacuna que protegiera frente a la H.pylori», apunta este especialista.
El cáncer gástrico no es uno de los más frecuentes en los países occidentales, pero sí uno de los más agresivos. Los factores de riesgo no están bien determinados, salvo la asociación con la gastritis atrófica crónica, un primer paso para este tipo de tumor. También se especula con los riesgos de algunas dietas en las que se abusa de las grasas saturadas, de féculas cuando se someten a temperaturas elevadas y generan acrilamidas, o de productos ahumados y asados.
Su mayor virulencia se explica en el retraso con el que se llega al diagnóstico, cuando la enfermedad se encuentra en un peligroso avance. «Produce pocas molestias y se suele confundir con úlceras de estómago o gastritis. Tan sólo cuando se realiza una gastroscopia se puede detectar en fases tempranas, aunque desafortunadamente no es lo habitual», explica el doctor Javier Dorta, presidente de la Sociedad Española de Oncología Médica.
La futura vacuna es, por tanto, una investigación esperanzadora para reducir la prevalencia del cáncer gástrico. Ahora se estima que entre el 30 y el 50% de los tumores gástricos podrían relacionarse con la bacteria y hasta un 70% de los linfomas que afectan a la mucosa gástrica.