El llamado seno coronario, siempre considerado como la entrada de una vena al corazón, en realidad es una quinta cavidad cardiaca humana que podría explicar cierto tipo de arritmias, según un estudio desarrollado por científicos argentinos. «Con esta investigación revisionamos todo el tema eléctrico de las aurículas y se produjo una microrrevolución dentro de la ciencia del corazón», señaló el científico argentino Adrián Barceló, que junto a Luis de la Fuente, es el autor de este trabajo.
Estos científicos podrían haber demostrado con la investigación que esa quinta cavidad, el seno cardiaco, también cumple funciones auriculares. «Yo siempre consideré al seno cardiaco como una vena, porque así lo aprendimos», dijo Barceló. «Al hacer unos estudios me encuentro con que la cara interna de lo que creíamos era una vena tiene la estructura de la aurícula derecha, con prominencias, tal cual pero en miniatura. Ahí dije, esto es una cavidad cardiaca», agregó.
El seno coronario, hasta ahora minimizado en la investigación científica, podría ocupar un lugar preponderante gracias a este hallazgo, para el cual se trabajó sobre 14 corazones humanos. A pesar de que, según Barceló, queda mucho trabajo por delante, en su opinión los resultados no dejan lugar a dudas. «El seno coronario es una pequeña y oculta cámara (cavidad) cardiaca que se reúne con las otras cuatro, a nivel de la cruz (de los tabiques intercavitarios) del corazón. Es el sustrato anatómico de cierto tipo de arritmias», explicó el científico.
«Hemos encontrado conexiones con otras cavidades que le dan otro tipo de jerarquía. A nosotros nos interesa que puede servir de puente entre cavidades que no podrían conectarse», recalcó Barceló. Según la investigación, cinco litros de sangre vuelven a la aurícula derecha por las venas cavas superior e inferior, y 150 centímetros cúbicos vuelven por el seno coronario.
Gracias a este trabajo también se descubrió que el seno coronario tiene actividad eléctrica y onda contráctil, así como un nuevo nodo cardiaco que genera y transmite un impulso nervioso, «lo cual explicaría ciertas taquiarritmias que antes no podían ser tratadas porque no se encontraba el foco eléctrico que las generaba», concluyó el investigador argentino.