El pasado 11 de abril un turista francés fue atacado por un tiburón en la isla venezolana de Margarita, un hecho que no se producía en esta zona desde hace casi medio siglo y que está vinculado al deterioro de los ecosistemas marinos, según advierten hoy expertos al diario venezolano «El Universal». El atacado salvó su vida gracias a la rápida intervención de otros turistas y médicos.
El ataque de tiburones en esta isla turística y en toda la costa caribeña venezolana es atípico, coinciden en señalar Alfredo Gómez, coordinador del Departamento de Investigaciones Marinas del Museo de Margarita, y Rafael Tavares, del Instituto Oceanográfico de Venezuela.
Tras analizar las heridas del turista francés, quien regresó el viernes pasado a Francia, y conocer su relato y el de las personas que lo socorrieron, Gómez reconoce no estar en condiciones de determinar la especie del escualo atacante.
«Casos como éste son muy poco probables en aguas del Caribe venezolano», insiste Tavares. «Cuando ocurre un ataque de tiburón, normalmente es por equivocación o confusión por parte del tiburón y no como se piensa que el animal es come-hombres», añade.
Tavares precisa que los tiburones no ingieren presas que no son parte de su alimentación habitual, pero que especies mayores, como los tiburones blancos (Carcharodon carcharhias), mako (Isurus oxirynchus) y tigre (Galeocerdo cuvier), pueden confundir a las personas con sus presas.
«Después de darse cuenta de que la presa (los humanos) no es parte de su alimentación, la suelta, pero ya la mordida puede ser fatal, lo que afortunadamente no sucedió con el turista francés», por lo que se estima que se trató de una especie menor, explica Gómez.
Agrega que «el deterioro de los ecosistemas marinos y la consecuente desaparición de la fauna que alimenta a los tiburones, obliga a éstos a salir de su hábitat en busca de alimento».
No obstante, Gómez tampoco descarta otras razones y sostiene que «no escapa a la imaginación pensar que al tiburón le llamara la atención el paso por la superficie de la tabla de windsurf, que en esos momentos manejaba el turista francés».
En cualquier caso, lo sucedido no debe crear alarma, «toda vez que es de muy poca probabilidad que vuelva a ocurrir, al menos en la misma área», concluye este experto.