La piratería musical a través de la Red provoca cada año pérdidas millonarias a la industria discográfica, pero los ejecutivos que trabajan para terminar con esta práctica no tienen claro qué hacer para acabar con esta amenaza a la supervivencia del sector.
Esta cuestión fue tratada por casas discográficas y fonográficas en el coloquio «Piratería: Posibles soluciones a uno de los problemas más urgentes en la industria», que tuvo lugar en la Conferencia Anual Billboard de la Música Latina que se celebra estos días en Miami (EE.UU.).
Todos los debates sobre la piratería se centran en la actualidad en la necesidad de concienciar al consumidor, pero éste argumenta que por qué pagar altos precios por productos que puede obtener gratis y con la misma calidad a través de Internet.
La magnitud del problema quedó patente cuando Melanie Masterson, del programa contra la piratería de la discográfica EMI Latin, dijo que hasta sus propios sobrinos no compran música, simplemente la descargan de Internet y hacen intercambios con los amigos. «Los chicos argumentan que, si tienen música gratis en la radio y en la televisión, la pueden tener también mediante la Red o las copias de discos ilegales que se consiguen en las calles», señaló.
Napster
La historia de la piratería llegó a un punto de inflexión hace tres años, cuando el servicio de intercambio de archivos Napster sentó las pautas de la polémica, al permitir a sus más de treinta millones de usuarios copiar de forma gratuita a través de Internet temas musicales en formato digital comprimido MP3.
Este servicio desapareció porque fue catalogado por la ley como «una infracción al por mayor» de los derechos de autor, que perjudicaba a la industria discográfica. Otros servicios, como Morpheus y Kazaa, ocuparon el vacío dejado por Napster y se introdujeron en el mundo de la piratería musical.
En Internet se calcula que cada año se descargan 2.600 millones de canciones sin autorización, según datos difundidos por Frank Creighton, portavoz de la Asociación de la Industria Discográfica de Estados Unidos (RIAA). El efecto de esta piratería se refleja en pérdidas que sólo en el año 2002 ascendieron a 705 millones de euros.
Uno de los mercados más difíciles de controlar es el de América Latina, lo que ha causado el cierre de muchas compañías, ya que la piratería allí asciende al 65% del consumo musical. «El problema es aún mayor para la industria latina porque en la actualidad es la primera vez que se producen más artistas latinos en Estados Unidos que en la propia Latinoamérica», afirmó Juan Luis Marturet, de la Federación Internacional de Industria Fonográfica de Latinoamérica (IFPI).
Dilema con dos caras
El panorama actual no es muy halagüeño para las discográficas, puesto que cada día, según los propios participantes en la conferencia, es más difícil detener este abuso de los derechos de autor y regalías. Achacan los males a la tecnología digital, que permite comprimir la música y poseer así la discografía completa de un artista en vez de tener que comprar los volúmenes por separado.
Ciertamente es un dilema con dos caras: para la industria supone el deterioro de su imagen, la merma de sus ingresos y la necesidad de proteger sus derechos. Para los consumidores, en cambio, es la manera más fácil, cómoda y económica de protestar por los elevados precios y convertirse de paso en sus propios pinchadiscos haciendo mezclas o compilaciones a su gusto de sus canciones preferidas.