La violeta africana o Saintpaulia ionantha es una planta vivaz que forma una roseta de hojas ovaladas, carnosas y ligeramente aterciopeladas, por lo que no deben de mojarse a la hora de regar, al igual que sus flores. Puede llegar a alcanzar una altura de 10 ó 20 centímetros.
Las flores aparecen normalmente en verano, aunque la floración puede producirse en casi cualquier época del año. Del centro de la planta surgen racimos de 4, 5 ó 6 flores, que pueden ser simples o dobles, pero todas ellas con pétalos aterciopelados. Los colores que ostenta son el rojo, rosa, azul, violeta o blanco.
Este ejemplar, perteneciente a la especie de las Gesneriáceas, es, como su propio nombre indica, oriundo de las regiones tropicales de África. Su gran belleza y el hecho de que pueda llegar a florecer en cualquier época del año la convierten en un ejemplar muy apreciado para decorar el interior de nuestras casas.
Requiere de un sustrato compuesto por turba y tierra universal que debe ser abonado dos o tres veces al mes con algún tipo de fertilizante mineral a lo largo de la primavera y el verano. Hay que proteger las violetas africanas de las heladas, trasplantarlas en primavera y multiplicarlas por esquejes de hoja en tierra húmeda o agua.
Respecto a sus necesidades de riego, esta planta demanda riegos escasos en invierno, lo justo para mantener fresco el suelo. En los meses de calor precisará más agua, pero con que mantengamos el sustrato húmedo será suficiente, es decir, no hay que llegar a encharcarlo.
Como ejemplar de interior, los lugares más propicios para lograr que se desarrolle sin problemas son aquellos en los que la luz le alcance fácilmente, pero sin estar expuesta directamente al sol. Si se planta en un jardín precisa estar a la sombra.