El neurólogo austriaco Neils Birbaumer ha tardado treinta años en desarrollar y perfeccionar una técnica conocida como «neurofeedback» electroencefalográfico, que permite mejorar la calidad de vida de los pacientes que sufren de esclerosis lateral amiotrófica (ELA).
Esta enfermedad provoca un severo desorden que impide respirar sin ayuda, comer, hablar, escribir o incluso mover un párpado. El físico Stepehen Hawking es el caso más conocido. En España unas 4.000 personas padecen esta enfermedad también conocida como ELA.
«El aparato que se encarga de llevar a cabo esta técnica enseña a estas personas a controlar la actividad eléctrica del cerebro», afirma Birbaumer, que ayer dio a conocer esta novedosa técnica en los cursos de verano de El Escorial, donde exponía su ponencia en el curso «Emociones y cerebro». «Es un sistema traductor de las emociones cerebrales», señaló.
Los once pacientes del doctor Birbaumer que están sometidos a este tratamiento han desarrollado la ELA en un periodo de uno a cinco años. Se aplica también a personas que sufren una hemorragia cerebral y aunque su cerebro funciona, y son capaces de sentir y comprender, no pueden comunicarse y están encerrados en si mismos.
«Otro grupo que estamos estudiando en Israel son las personas que han sufrido ataques terroristas y pueden perder parte del funcionamiento del cerebro, pero este proceso es más difícil», indicó Birbaumer.
El equipo de la Universidad alemana de Tubinga trabaja con un tipo de onda llamada de ‘bajo potencial cortical’ (SCP). El cerebro las produce cuando se prepara para una acción o emoción. De modo que el doctor comienza conectando a sus pacientes -vía electrodos ubicados en el centro del cráneo, donde las señales son más fuertes-, a un electroencefalógrafo y una computadora. Cuando los pacientes escuchan un tono particular, tienen hasta cuatro segundos para tratar de cambiar la fuerzas de sus ondas. Si tienen éxito, la computadora moverá el cursor hacia arriba o hacia abajo en una pantalla situada frente a sus ojos. Después de dos segundos de descanso, el ciclo comienza nuevamente.
«Aprender a generar cambios de ondas cerebrales es una destreza que no se olvida, igual que nadar, conducir un coche o montar en bicicleta», asegura Birbaumer. Aprender a controlar las propias ondas cerebrales de esta forma requiere práctica. Pero después de 300 sesiones a lo largo de un año, dos de los pacientes que padecen ELA fueron capaces de emitir las señales correctas durante las tres cuartas partes del tiempo.