Las olas gigantes o tsunamis son un misterio oceánico del que ahora se intenta buscar más respuestas mediante un programa científico, el «Max Wave», creado por la Comisión Europea. Estas olas, que pueden alcanzar los 30 metros de altura y una velocidad de 750 kilómetros por hora, se producen con mucha más frecuencia de lo que se pensaba y sólo desde 1990 se han cobrado la vida de 4.000 personas en las costas del Pacífico.
El proyecto «Max Wave», iniciado en 2000 y financiado por el V Programa Marco de Investigación de la UE, se basa en las observaciones realizadas por los satélites ERS («Earth Remote Sensing») de la Agencia Espacial Europea (ESA), para confirmar la frecuencia y localización de olas gigantes y determinar sus causas.
Se calcula que en los últimos 20 años más de 200 petroleros y barcos contenedores han sido hundidos por este fenómeno, que muchas veces pasa inadvertido. «Como media, dos grandes barcos se hunden por semana, pero la causa no se ha estudiado con detenimiento. Sencillamente, se atribuye al mal tiempo», señala Wolfgang Rosenthal, coordinador del proyecto.
Sí se tiene constancia de la existencia de olas gigantes y de su capacidad destructiva. Los datos obtenidos por radares de varias plataformas petrolíferas, que registraron 466 tsunamis en 12 años, llamaron la atención del equipo «Max Wave», integrado por investigadores de siete nacionalidades diferentes, que decidió crear el primer censo mundial de este fenómeno a través de observaciones de los satélites de radar ERS.
Los resultados de esta primera fase del proyecto, finalizada en 2003, identificaron en un plazo de tres semanas más de diez olas gigantes en todo el planeta superiores a los 25 metros de altura.
«El siguiente paso es analizar si estas olas pueden ser pronosticadas», afirma Rosenthal. Ahora una nueva fase, «Wave Atlas», pretende crear un atlas mundial de olas y efectuar un análisis estadístico de los océanos para predecir el fenómeno. La utilización de satélites de radar supone un gran avance en la investigación de tsunamis, ya que sólo ellos pueden ofrecer datos globales al tener la capacidad de captar imágenes a través de las nubes y la oscuridad, a diferencia de sus equivalentes ópticos.
El término japonés tsunami significa «ola del puerto». Hasta ahora se pensaba que estas grandes masas de agua eran producto de terremotos, desplazamientos de fallas submarinas o derrumbes submarinos. Ahora se cree que las corrientes y remolinos podrían estar detrás de estas olas gigantescas.