Los núcleos urbanos están constantemente expandiendo sus límites y su población y se comportan como enormes consumidores de energía. Cada año aumenta en 60 millones el número de habitantes de las ciudades; el equivalente a que cada mes apareciera en el mapa una urbe como Madrid. Y un aumento de la población en una ciudad del 1% de sus habitantes supone un incremento de un 2,5% del consumo energético.
«El 15% de la energía que consumimos se pierde por mala utilización; con la arquitectura bioclimática se ahorraría hasta un 60% de la energía y sin sobrecostos», dijo hoy Florencio Manteca, jefe del Departamento de Arquitectura Bioclimática del Centro Nacional de Energías Renovables (CENER), del Ministerio de Ciencia y Tecnología, durante la jornada «Eficiencia energética e integración de energías renovables en los edificios», organizada por la Cámara de Comercio de Madrid y la Comunidad.
El sector de la edificación gasta el 50% de la energía primaria que se consume en toda la Unión Europea, porcentaje que baja al 41% si sólo se consideran los edificios de tipo residencial y terciario, según datos del CENER.
Consumo urbano
Ante estos datos, José María Isardo, director gerente de la Cámara de Comercio de Madrid, ha ratificado el propósito de la institución de impulsar acciones que hagan compatible el crecimiento urbanístico con la preservación del medio ambiente y ha animado al Gobierno regional a seguir apoyando el uso de energías renovables «no sólo con medios presupuestarios, sino simplificando los trámites administrativos que pueden ser un lastre en la puesta en marcha de estas energías».
«Es imprescindible reducir el consumo energético en las ciudades mediante una planificación urbana compatible con el medio ambiente, para identificar aquellos modelos de desarrollo que sean más eficientes y responsables. En segundo lugar, aumentando la eficiencia energética de los edificios, donde existe un enorme potencial de ahorro (electrodomésticos, sistemas de climatización e iluminación). Y en tercer lugar, integrando energías renovables en los entornos urbanos y en la arquitectura», subrayó Manteca.
La adopción de criterios de eficiencia energética en los edificios implica una reducción de la demanda de energía, aumentando las ganancias solares en invierno (mediante vidrios bien orientados e invernaderos adosados) y rebajando las pérdidas energéticas con aislamientos térmicos, carpinterías adecuadas o protecciones solares. También es necesario incrementar el rendimiento de los equipos y sistemas (de climatización, electrodomésticos e iluminación), e integrar las energías renovables en los edificios, principalmente la solar fotovoltaica.