La apitoxina, el veneno de las abejas, sirve para tratar unas 500 enfermedades, entre ellas las que afectan a los huesos y al sistema respiratorio. Así lo asegura la especialista en terapia con abejas Adela Pérez, quien ayer pronunció una conferencia en Burgos invitada por la asociación de apicultores de la provincia.
«Las propiedades del veneno de las abejas no son muy conocidas, pero después de hacer múltiples pruebas, llevo tres años trabajando con esta terapia y los resultados son satisfactorios en el tratamiento de un elevado número de enfermedades», afirma Pérez. El primer paso para la actividad es tener sus propias colmenas, «porque es muy importante saber en qué condiciones se encuentran las abejas», precisa la experta. Una vez en la consulta de la terapeuta en Barcelona, cada paciente se somete a pruebas para determinar su grado de sensibilidad al veneno y para descartar el tratamiento en caso de personas alérgicas.
Diagnosticada la afección que sufre el enfermo, se utilizan los mismos puntos de la acupuntura para poner sobre ellos una abeja y que inyecte el veneno con su aguijón. «No es un tratamiento agresivo -comenta Pérez-, porque muchas personas confunden las picaduras de abeja con las de avispa, mucho más dolorosas; las picaduras de abeja producen en las personas un efecto muy parecido al de una picadura de mosquito».
Por último, la especialista destaca el hecho de que el organismo humano se llega a acostumbrar externamente al veneno de las abejas, de manera que cada vez se aprecia menos la picadura en la epidermis, pero pese a la repetición del tratamiento, el veneno no pierde su capacidad reactiva en el enfermo.