Los adolescentes españoles han creado un lenguaje propio para entenderse a través de las nuevas tecnologías y donde los mensajes cortos a móviles (SMS) están haciendo furor. Así, el 92% de los jóvenes de entre 14 y 24 años posee móvil y nueve de cada diez aseguran utilizar de manera habitual el servicio de mensajes, que ha pasado a ser el principal elemento de comunicación entre los adolescentes, provocando el empobrecimiento del lenguaje y el desconocimiento de las reglas ortográficas. Frente a esto, uno de cada cuatro alumnos de Secundaria reconoce que, fuera de la escuela, no lee nunca.
Esta cuestión ya ha provocado la alarma entre los educadores, que señalan que este tipo de lenguaje ya ha llegado a las aulas y está empobreciendo lingüísticamente a los escolares. «Están perdiendo riqueza de vocabulario, tienen que economizar y buscan la palabra más simple y eso tiene un claro reflejo en la forma de hablar o de expresarse con el resto de sus compañeros», explica Javier Carrascal, profesor de Física y Química. «Cada vez con mayor frecuencia los docentes nos encontramos con ese tipo de abreviaturas en los exámenes o en las pruebas que se hacen en clase, resulta habitual que escriban ‘xq’ en lugar de ‘porque'», señala Carrascal.
Para Cipriano Fontanilla, catedrático de Latín, los alumnos «acaban cometiendo faltas de ortografía porque no saben distinguir si lo correcto es el lenguaje alterado que utilizan en los chats y los mensajes, o el que han aprendido en la escuela. Las consecuencias que está teniendo este lenguaje sobre la comprensión de los estudiantes son muy graves». No obstante, los docentes señalan que esta confusión a la hora de escribir se da más en Secundaria que en Bachillerato, donde los alumnos ya tienen más asimilados los conocimientos lingüísticos.
Para Juan Antonio Ortega Díaz-Ambrona, ex ministro de Educación y Ciencia, esta utilización del lenguaje está provocando en los jóvenes «una pérdida de visión de las palabras y del lenguaje correctamente escrito. Acaba siendo una jerga que se aleja tanto del lenguaje culto como del común. Sobre todo está acentuando la lejanía ortográfica».
Variante dialectal
Sin embargo, otros expertos educativos muestran sus reservas. Así, Francisco López Rupérez, asesor de la Comunidad de Madrid y ex alto cargo de Educación, precisa que se trata de «una variante dialectal que puede ser utilizada de manera independiente al lenguaje común». En este sentido, Juan Carlos Tedesco, del Instituto Internacional de Educación de Buenos Aires, explica que las nuevas tecnologías han acentuado la comunicación entre los jóvenes y que «la pobreza del lenguaje no tiene que ver con la tecnología, sino con las relaciones entre iguales que mantienen los jóvenes».
Relaciones que conducen además a que uno de cada cuatro alumnos de Secundaria no lea «nunca o casi nunca». Además, los escolares de entre 15 y 16 años apenas cuentan con una biblioteca personal mínimamente dotada. Así, si se excluyen los libros de texto, la mitad de los adolescentes posee menos de 25 libros de lectura y tan sólo uno de cada cuatro cuenta con más de 50 volúmenes. Esta escasez de libros también se da en las bibliotecas familiares, ya que en el 56% de los hogares hay menos de 100 libros.