Un estudio realizado con ratones y publicado por la revista «The Journal of Neuroscience» determina que el ejercicio puede ser un factor capaz de inhibir los cambios cerebrales provocados por el Alzheimer.
La investigación, llevada a cabo por neurólogos de la Universidad de California, se ha servido de ratones transgénicos con sus genes modificados para que comiencen a desarrollar síntomas del mal de Alzheimer a los tres meses de nacer.
Los roedores fueron colocados en jaulas donde había ruedas para correr por períodos de uno o de cinco meses. Los ratones puestos en esas jaulas podían realizar ejercicio físico de forma continua mientras que los demás permanecían en una situación sedentaria.
Posteriormente los roedores de los dos grupos fueron puestos en laberintos para determinar con cuánta rapidez podían aprender a recorrerlos y cómo retenían la información. Los que habían practicado actividad física constante tardaron en encontrar la salida al laberinto mucho menos tiempo que los otros.
Los científicos examinaron el tejido cerebral de los ratones que se habían mantenido permanente activos, analizando los niveles de la proteína beta-amiloide. Estos poseían un número muy inferior de plaquetas y menos fragmentos beta-amiloides que los roedores sedentarios.
Según los investigadores «estos resultados sugieren que el ejercicio, que es una simple estrategia de comportamiento, puede causar un cambio en la metabolización de la proteína amiloide».
El Alzheimer es una enfermedad neurológica degenerativa que afecta a la memoria y los procesos mentales. Se produce sobre todo en personas de mayores de 65 años. Los datos de este estudio parecen indicar que el estilo de vida de las personas y su actividad física cotidiana pueden tener influencia en el desarrollo de la dolencia.