Según recomiendan los fabricantes de amortiguadores, este componente del vehículo debe revisarse cada 20.000 kilómetros, a la vez que recuerdan que deja de tener un funcionamiento idóneo tras 50.000 kilómetros de uso.
La Asociación de Talleres de Madrid (ASETRA) explica en un comunicado que esta recomendación de revisión se hace para evitar fallos de estos elementos, pues no es fácil adquirir conciencia de que los amortiguadores requieren un cambio hasta que no se produce una situación de emergencia. Generalmente, los conductores adaptan el manejo del vehículo a las variaciones negativas de su comportamiento, que se suceden poco a poco y, por ello, son difíciles de detectar, añade la organización en la nota.
Debido a ello, los amortiguadores no presentan un riesgo evidente hasta que se produce una situación de emergencia, como por ejemplo una frenada que se alarga en exceso, una curva tomada habitualmente que presenta dificultades inesperadas o el impacto severo del viento lateral en una zona transitada con asiduidad sin problemas.
ASETRA recomienda que se ponga especial atención a los pequeños indicios que presenten una pérdida de eficacia de los amortiguadores, como rebotes sobre un pavimento irregular, un excesivo hundimiento del morro del coche al frenar con una recuperación brusca posterior y una sensación de trayectoria sinuosa en las rectas. Asimismo, resulta sintomático el exceso de balanceo lateral, cada vez más acusado, al abordar curvas enlazadas a uno y otro lado, las vibraciones extrañas en la dirección y el desgaste irregular de los neumáticos.