Médicos de la Academia de Audiología de EE.UU. han lanzado una advertencia sobre los daños auditivos que pueden ocasionar los auriculares de los reproductores de música digitales. Estos expertos, que hablan ya de la «sordera del iPod», han detectado un preocupante aumento de jóvenes con problemas de audición propios de la tercera edad.
Las advertencias se centran en el diseño de los auriculares. Estos cascos miniaturizados, conocidos en el argot juvenil como «earbuds» (brotes de oreja), no bloquean otros sonidos. Esta limitación tiende a ser compensada con una subida de volumen hasta niveles dañinos.
Los especialistas explican que estos «earbuds» se sitúan dentro del canal auditivo, lo cual permite caminar o correr, pero multiplica el potencial de efectos dañinos. Aunque no faltan pediatras que han detectado estos problemas, los propios médicos reconocen la dificultad de hacer entender a sus pacientes adolescentes la necesidad de cuidar sus oídos. Como consejo preventivo se recomienda que el uso de estos reproductores se limite a una hora diaria y sin pasar del 60% del volumen máximo.
Se estima que el umbral para no perder audición son ocho horas de exposición diaria a sonidos no superiores a 85 decibelios. Un iPod a máximo volumen puede alcanzar los 115 decibelios, lo que le sitúa entre el ruido que produce una motosierra y un martillo hidráulico. Para Dean Garstecki, profesor de la Universidad Northwestern (Chicago), «ese nivel de sonido es equivalente al que uno se encuentra en conciertos de rock». Es decir, «suficiente para causar pérdidas auditivas en cuestión de 75 minutos».