La península del Yucatán, en México, recibió el impacto hace ahora 65 millones de años de un meteorito que provocó la extinción de los dinosaurios. El choque contra la Tierra de este cuerpo, de diez kilómetros de diámetro, generó un tsunami con olas de 90 metros de altura.
Con una velocidad de hasta 250.000 kilómetros por hora, el meteorito atravesó la atmósfera en pocos segundos, generando un terremoto de magnitud 13, un tsunami con olas de hasta 90 metros de altura e inyectando a la atmósfera y a la estratosfera unos 21.000 kilómetros cúbicos de polvo y fragmentos de roca, según los científicos, entre los que se encuentra José Luis Sanz, catedrático de la Unidad de Paleontología de la Universidad Autónoma de Madrid y uno de los principales expertos españoles en su área.
Los expertos en la materia creen que cuando la materia sólida incandescente retornó a la superficie provocó graves incendios. Además, el polvo acumulado impidió la llegada de la radiación solar durante meses, con graves consecuencias para plantas y animales. La crisis finicretácica supuso la extinción de numerosos organismos, tanto en los ecosistemas terrestres como en los acuáticos. No obstante, no todos los dinosaurios se extinguieron. Un grupo especializado dotado de alas y plumas, las aves, consiguió sobrevivir a la crisis.