Los glaciares árticos y antárticos se derriten más rápido de lo esperado y pueden elevar el nivel de los océanos al menos en seis metros para el año 2100, advierten dos estudios aparecidos en la revista «Science». Estos trabajos, realizados por el Centro Nacional de Investigación Atmosférica (NCAR) de EE.UU. y la Universidad de Arizona, se basan en simulaciones informáticas que incluyen antiguos datos y demuestran que los veranos árticos podrían ser tan calientes de aquí a 2100 como lo fueron hace 130.000 años, último periodo prolongado de recalentamiento terrestre.
El glaciólogo Bette Otto-Bliesner, del NCAR, y su colega Jonathan Overpeck, de la Universidad de Arizona, basaron sus simulaciones en datos procedentes de corales fosilizados y otras informaciones paleoclimáticas. Así pudieron probar la exactitud de su modelo informático de proyección climática en un siglo, aplicándolo sobre el último periodo de calentamiento global.
«Estos casquetes polares ya se han fundido en un pasado lejano haciendo subir fuertemente el nivel de los océanos con temperaturas que no eran entonces mucho más elevadas que las de hoy», destaca Otto-Bliesner.
Los dos estudios ponen de manifiesto que la acumulación de los gases de efecto invernadero podría hacer subir las temperaturas estivales en el ártico de tres a cinco grados. Con ese aumento, serían entonces casi tan calientes al final del siglo durante el verano ártico como hace 130.000 años, el último periodo de altas temperaturas entre la última era glacial y la precedente.