De aquí al año 2050 el mar se comerá buena parte de las playas españolas. Lo dice el informe «El impacto del cambio climático en las zonas costeras», que fue presentado ayer en un encuentro celebrado en San Sebastián en el que un grupo de científicos expuso el alcance del cambio climático a responsables municipales de toda España y les pidió que lo incorporen como variable a los planes de ordenamiento urbano.
«El cambio climático no es de mañana, es de ayer: la ola de calor de 2003 en Europa mató a más de 30.000 personas», dijo José Manuel Moreno, biólogo de la Universidad de Castilla-La Mancha y coordinador del informe del Ministerio de Medio Ambiente sobre el impacto de este fenómeno en España.
Este trabajo cuantifica el aumento de la temperatura media en nuestro país hacia el año 2100 en un máximo de siete grados y alerta de una disminución importante de las precipitaciones, si bien los efectos del cambio climático serán probablemente menores en todo el litoral. Las zonas costeras se enfrentan, por su parte, al ascenso del nivel del mar.
Raúl Medina, director del Grupo de Ingeniería Oceanográfica y de Costas de la Universidad de Cantabria, recordó que el 50% de la población mundial vive al borde del mar, que 70 millones de europeos residen en municipios costeros y que los 500 metros de suelo próximos al mar acogen en el continente bienes y servicios por valor de un billón de euros. «Europa gasta cada año en su franja costera 3.200 millones en protegerse de inundaciones y de la erosión, y otros 5.400 millones en la recuperación de los bienes y servicios afectados por esos problemas».
Vertidos de arena
Los científicos calculan que el nivel del mar ha subido una media de 2,5 milímetros anuales en las últimas décadas. Sólo eso, sin la aportación extra del deshielo acelerado de glaciares y de la Antártida y Groenlandia, supondrá una elevación de entre 15 y 20 centímetros hacia 2050. Las playas del Cantábrico retrocederán por esta causa unos 15 metros; las del golfo de Cádiz, unos 10 metros, y las de la Costa Brava, el sur de Canarias y el sur de Baleares hasta 70 metros. En estas últimas zonas, además, a la subida del nivel del mar se sumarán cambios en la dirección del oleaje que harán que los arenales giren para colocarse perpendiculares a las olas, avanzando en un extremo y retrocediendo en otro.
«La gente no querrá aceptarlo y pedirá que se hagan vertidos de arena. Habrá sitios, como La Concha, donde será la solución, pero no en otros casos. Algunas playas se perderán», señaló Medina.
En el Cantábrico, las olas serán más altas y el viento más rápido, y eso, unido a la subida del nivel del mar, implicará un mayor riesgo de inundaciones por temporales, aunque los cuatro metros de margen entre la marea baja y la alta paliarán la situación. «No va a llegar siempre el temporal con las mareas vivas. En el Mediterráneo será peor: no tienen ese colchón de la marea», dijo el investigador. Así, entre Málaga y Algeciras, se incrementará un 250% el número de veces que el agua rebasa espigones, mientras que en la cornisa cantábrica ese fenómeno se duplicará y en los archipiélagos crecerá sobre un 35%.