La estela que dejan tras de sí los aviones contribuye de forma muy negativa al calentamiento global, especialmente cuando los vuelos se realizan de noche y en invierno, según revela un estudio de la Universidad de Reading (Reino Unido) que publica la revista «Nature».
Los autores de la investigación explican que las estelas ejercen dos efectos opuestos sobre el clima. Por un lado, capturan la radiación infrarroja procedente de la superficie de la Tierra evitando su radiación al espacio y calentando la atmósfera, y, por otro, al reflejar la luz solar del brillo de la capa más superior de la superficie reducen el calentamiento global del planeta.
Estos expertos analizaron la formación de estelas en un lugar del sudeste de Inglaterra, surcado por aviones que se dirigen al Atlántico norte. Las medidas de las condiciones atmosféricas les permitieron realizar predicciones exactas de si los vuelos podrían crear estelas o no. Esto depende en gran medida de la humedad que haya en el aire, que es superior de media durante el invierno, así que los vuelos invernales son prácticamente dos veces más propensos a crear estelas que los estivales.
La investigación concluye que los vuelos del invierno, aunque representan sólo el 22% del total de los de todo el año, contribuyen al 50% del calentamiento anual. Por su parte, los nocturnos, entre las 18:00 y las 06:00 horas, también tienen un efecto desproporcionado, contribuyendo entre el 60% y el 80% al calentamiento.