La Universidad española está viviendo un desequilibrio importante. En los últimos años, el número de estudiantes desciende progresivamente mientras que la oferta de las enseñanzas crece sin freno, según datos de «La Universidad en cifras 2006», un estudio de la Conferencia de Rectores de las Universidades Españolas (CRUE) que acaba de hacerse público.
Esta situación ha llevado a los rectores a pedir que las universidades planifiquen mejor y con urgencia, porque si no es así, «el mercado se encargará de corregir después su ausencia de planificación cuando los alumnos decidan estudiar en un lugar u otro con programas que financien adecuadamente la movilidad», indica el presidente de la CRUE, Juan Vázquez.
En el curso 2004-2005, la Universidad española contaba con 1.461.477 alumnos; en el año académico 2005-2006, la cifra bajó hasta 1.443.811 matriculados, y para este curso (2006-2007) las previsiones apuntan a 1.423.396 estudiantes.
En cuanto a la oferta de enseñanzas, las 140 carreras del actual catálogo de titulaciones se han llegado a ofrecer un total de 3.359 veces. Esto conduce a que en algunas de Humanidades apenas hay cada curso una decena de alumnos de nuevo acceso. Los cálculos sobre viabilidad de las carreras desde el punto de vista económico sitúan el límite en 125 alumnos nuevos.
El director del estudio y gerente de la Universidad de Jaén, Juan Hernández Armenteros, advierte de que si las universidades pequeñas -las más afectadas por este fenómeno- mantienen la dinámica de ampliar su oferta, «tendrán un problema importante» en el futuro: «No puede haber 23 filologías clásicas para 47 universidades públicas». Entre 1996 y 2004, la oferta conjunta subió un 48,29% y el número de alumnos bajó un 8,28%. La Universidad de Cádiz, por ejemplo, registra una media de seis alumnos de nuevo acceso a sus estudios técnicos.
El desafío de la movilidad
Ahora, el 93% de los universitarios cursa su carrera en su zona de influencia territorial (en un radio de 50 kilómetros), pero las previsiones para fomentar la movilidad y la implantación del Espacio Europeo de Educación Superior (EEES) constituyen un desafío para las instituciones de más reciente creación.
El gasto medio por alumno ronda los 7.000 euros (el estudiante sólo aporta el 7%) frente a los 10.500 de los países industrializados. Son llamativas las diferencias entre comunidades autónomas, ya que Navarra invierte 6.000 euros y Extremadura, 2.800.