Los responsables más directos del desarrollo y el mantenimiento de la celulitis son las hormonas femeninas (estrógenos y progesterona), que intervienen en la madurez sexual de la mujer y están presentes en los procesos biológicos que afectan al desarrollo del tejido adiposo. La celulitis se puede definir como una hipertrofia de las células adiposas. Los líquidos intersticiales presentes entre las células, las grasas y las sustancias de desecho que no han sido eliminadas, se depositan en los adipocitos (células grasas), provocando que estos se hinchen y aumenten de tamaño.
Como consecuencia de la hinchazón, estas células comprimen todo lo que tienen a su alrededor, entorpeciendo la circulación sanguínea y linfática y, por tanto, la eliminación de residuos y toxinas. Si este trastorno no se trata a tiempo, las células adiposas siguen engordando y el tejido conjuntivo, al no ser abastecido adecuadamente, se debilita y pierde firmeza, volviéndose más flácido. El resultado es la denominada «piel de naranja», una piel llena de bultos que se perciben a simple vista o al pellizcar la zona levemente.
Autodiagnóstico
La falta de ejercicio, una dieta desequilibrada y problemas circulatorios son algunos de los factores que influyen en su aparición
En estados avanzados, la celulitis puede crear otros problemas más difíciles de resolver como flacidez, edemas, varices, estrías y piernas cansadas. La diferencia entre obesidad y celulitis reside en que, en la primera, la grasa se reparte de forma más generalizada y el tejido conjuntivo apenas se degenera, mientras que la celulitis se instala en zonas muy específicas del cuerpo como caderas, glúteos, vientre, muslos, rodillas y tobillos.
Para conocer si existen inicios de celulitis (fase edematosa), basta con pasar suavemente los dedos de la mano por la zona afectada. Si ha aparecido el trastorno, se percibirán bajo la piel nódulos más o menos gruesos. La fase «piel de naranja» o segundo estadio ya causa dolor y se caracteriza porque al pellizcar ya se detectan nódulos. En el tercer estadio, o fase esclerótica, la celulitis ya se percibe a simple vista sin necesidad de tocar la piel. En esta etapa, la piel está dura, poco elástica y dolorosa, y muestra un aspecto acolchado con pequeños bultos y depresiones.
Consejos dietéticos
La dieta juega un papel relevante tanto en la prevención de la celulitis como en la mejora de la circulación de la sangre y en el alivio de los molestos síntomas. El primer paso para comenzar la terapia dietética consiste en evitar el consumo de sustancias tóxicas para el sistema circulatorio como el alcohol, el café y el tabaco. El día tiene que completarse con una dieta rica en frutas y verduras frescas y coloridas, los mejores alimentos depurativos.
Además de su concentración en antioxidantes que fortalecen el sistema circulatorio, estos alimentos contienen vitamina C, esencial para que el tejido conjuntivo de la piel se conserve en buen estado. Dieta antioxidante e hidratación es la mejor combinación para activar la circulación y tratar de frenar el desarrollo de la celulitis. Junto a infusiones, zumos, caldos, sopas y granizados, la bebida recomendada es el agua, mejor de baja mineralización para favorecer la diuresis y la eliminación de toxinas por la orina.
A estos consejos dietéticos se suman otros relativos a la adopción de estilos de vida que mejoren la circulación de la sangre y favorezcan la eliminación de sustancias de desecho. Por ejemplo, hacer ejercicio de forma regular activa la circulación sanguínea y favorece el retorno venoso, con lo que las piernas, que suelen ser las zonas más propensas a la celulitis, no se cargan tanto. Igualmente saludable es evitar el uso de prendas ajustadas que entorpezcan la circulación sanguínea y linfática, así como calzado con mucho tacón.
El estrés, las prisas, la tensión emocional o la ansiedad afectan a distintas funciones del organismo, alterando el proceso respiratorio, digestivo y la función intestinal con una producción excesiva de toxinas y favoreciendo la aparición de infiltrados celulíticos. Por eso conviene dedicar unos minutos cada día a practicar técnicas de relajación y de respiración como mejor forma de oxigenar el organismo.
Hay distintos tipos de celulitis según el grado de desarrollo del trastorno.
- Edematosa: aparece con hinchazón debido a la retención anormal de líquidos y se localiza en las extremidades inferiores desde los tobillos hasta los glúteos. En una fase avanzada resulta dolorosa, las piernas tienen forma de columnas gruesas y los líquidos se concentran más en los tobillos, pantorrillas y rodillas. Al tacto se aprecian los nódulos bajo la piel.
- Blanda: se caracteriza por la flacidez y poca consistencia de los tejidos y en ella la superficie cutánea cambia de aspecto según la postura que se adopte. Al tacto provoca dolor, resulta blanda y pastosa y se perciben los nódulos. También puede ir acompañada de sensación de pesadez y pequeñas varices. Suele darse en personas obesas cuando realizan repetidos tratamientos de adelgazamiento con pérdida de mucho peso. Puede concentrarse en caderas, glúteos, muslos y barriga o bien ser más generalizada abarcando una amplia superficie.
- Dura: se identifica en celulitis muy localizadas. Destaca su gran consistencia, lo que la hace muy difícil de eliminar. La piel, la grasa y los músculos parecen que estén soldados, por lo que al tacto no se detectan los típicos nódulos. La piel pierde la elasticidad, se vuelve dura y tensa y presenta, en ocasiones, estrías.
- Mixta: tiene aspecto de celulitis edematosa y blanda, con flacidez en los tejidos y acumulación de líquidos localizados en diferentes zonas del cuerpo.