Gracias al lavavajillas fregar los platos ya no resulta una tarea dura. En la actualidad el uso del lavaplatos se ha convertido en algo habitual, aunque el 73% de los hogares españoles aún no dispone de uno. Esto se debe a que la mayoría de la gente lo considera un pequeño lujo. Las razones para pensar así se sostienen en que el precio de venta oscila alrededor de 500 euros de media, a lo que se suma el consumo eléctrico y el de agua. Sin embargo, el lavavajillas sólo representa el 1% del gasto de energía eléctrica del hogar.
Se pueden clasificar los lavaplatos como independientes, cuya ubicación es libre; panelables, que se colocan debajo de la encimera, e integrables, que van totalmente ocultos. Entre ellos hay modelos de diferente tamaño y la capacidad: para familias numerosas, para parejas e incluso para una sola persona. El modelo grande es normalmente de 12 cubiertos y 60 cm de ancho; en cambio, la capacidad del pequeño es de entre 7 y 9 cubiertos.
A pesar de la creencia popular, lavar los platos a mano puede resultar más caro que a máquina
A pesar de la creencia popular, lavar los platos a mano puede resultar más caro que a máquina. Si se utiliza el lavavajillas de forma eficiente se ahorra tiempo, agua, energía e incluso detergente. Fregar a mano con agua caliente puede ser un 60% más caro que con un lavavajillas moderno a plena carga. Esto en cuanto al ahorro en agua y electricidad, pero otro aspecto importante es el tiempo que se gana si el lavado es a máquina. Se estima que una familia de cuatro personas puede destinar cerca de 200 horas al año a otras actividades y no a fregar.
A la hora de decidirse por un lavaplatos hay que fijarse en la calificación energética para poder comparar la eficiencia entre varios similares. También hay que intentar buscar el que más opciones de lavado proporcione y, sobre todo, que incluya ciclo frío y económico. Estos ciclos son una ventaja en cuanto al consumo posterior. Además, en el mercado hay unos lavavajillas llamados bi-térmicos, que tienen dos tomas independientes para agua fría y caliente, lo que reduce de manera considerable la energía consumida, ya que cuando más electricidad se gasta es en el proceso de calentamiento del agua, hasta un 90%.
Otra forma de ahorrar es aprovechar la potencia eléctrica contratada. Es aconsejable poner el aparato en funcionamiento cuando la electricidad sea más barata. Así, algunos lavavajillas disponen de un programador para ponerlo en marcha a la hora deseada.
Consejos para su uso y mantenimiento
En primer lugar, antes de llenar el lavaplatos con la vajilla, hay que enjuagarla en la pila con agua del grifo. Así se evita que los restos de comida se resequen y se consigue que con un programa económico desaparezca la suciedad. Gracias a este prelavado con agua corriente no se quedarán impurezas obstruyendo el filtro, que debe limpiarse con periodicidad. Asimismo, es deseable prestar atención a la limpieza de las gomas y juntas de la puerta donde se pueden acumular desperdicios de la comida.
Para lograr un lavado correcto no hay que cargar el aparato en exceso, ni superponer piezas, ya que así, lo único que se consigue es tener que ponerlo a funcionar otra vez, o lavar algunos artículos a mano. En cuanto a la distribución de las piezas dentro del lavavajillas, las que tengan más suciedad se colocan el la cesta inferior porque la presión del agua es mayor. Sin embargo, el menaje más delicado se lava en el departamento superior. Además, hay que mantener los depósitos de sal y abrillantador llenos y respetar las dosis de detergente aconsejadas, puesto que si echamos una cantidad excesiva contaminará el agua residual y no obtendremos el aclarado deseado.
Es aconsejable el uso de líquidos antical si el agua de la región en la que vive es dura y contiene cloruros, bicarbonatos, etc. para contrarrestar sus efectos corrosivos. Y si no se utiliza el aparato en un largo periodo de tiempo, es recomendable dejar la puerta medio abierta, al igual que ocurre con la lavadora. Así se impide que se acumulen malos olores.