Cuando se va a producir el trasplante de un ejemplar de un recipiente a uno de mayor tamaño hay que realizar alguna tarea previa tan necesaria como frecuentemente olvidada.
El día antes de llevar a cabo el proceso de trasplante o ese mismo día, previamente al cambio de recipiente, conviene realizar la inmersión total de la maceta en agua. Para realizar dicha tarea llene un cubo de agua y sumerja totalmente la maceta en la que aún se encuentre el ejemplar, pero con cuidado de no introducir también las hojas de la planta; sólo interesa que se empapen bien el sustrato y las raíces. Si se mojan las hojas séquelas lo antes posible con la ayuda de un secador de pelo y papel absorbente, porque si les da el sol pueden quemarse o marchitarse debido a la presencia del agua.
Una vez que observe que la tierra está bien húmeda, lo sabrá porque dejarán de salir burbujas de la maceta, puede retirar el tiesto del agua y comenzar el proceso habitual de trasplante.
Con esto lo que se está logrando es mejorar la adaptación de la planta a su nuevo entorno, a la vez que se asegura que ésta no va a morir por escasez de agua, algo muy habitual hasta que las raíces de las plantas se asientan en el nuevo sustrato. Y recuerde, es preferible realizar esta operación cuando la planta esté en descanso, o sea, en invierno.