Un grupo ecologista que recorría el este de la República Democrática del Congo fue testigo de la aparición de los restos de un gorila de montaña que había muerto, semanas después de que otros cuatro de estos primates en vías de extinción fallecieran como consecuencia de unos disparos.
El ataque del mes pasado, en el que los cuerpos de los animales fueron abandonados dentro del Parque Nacional Virunga en lugar de ser consumidos o recogidos para vender su carne, fue un misterio y supuso un duro golpe en la lucha por salvar a la especie de la extinción.
Miembros de la ONU para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) prevén que la cría de cuatro meses de la hembra fallecida también muera, de manera que media docena de machos supervivientes del grupo se quedarán sin hembras para reproducirse. «La cría se encontraba con ella y no tiene edad suficiente para sobrevivir sin su madre», explicó Yvette Kaboza, especialista del programa del centro de patrimonio mundial de la UNESCO.
Los gorilas de montaña se encuentran en la zona de África Central donde fluye el río Congo, en Uganda, Ruanda y Burundi -una zona golpeada por conflictos durante años y donde las milicias armadas aún recorren las selvas tras de la guerra que golpeó el Congo de 1998 a 2003, que llevó a seis ejércitos extranjeros a entrar al país- y existen menos de 700 primates de esta especie.
Algunos ecologistas creen que las muertes -en lo que va del año, nueve gorilas de montaña han sido asesinados en la zona de Kivu norte- responden a una lucha de poder entre agentes del Gobierno local que intentan salvar Virunga, el parque nacional más antiguo de África, y aquellos involucrados en el tráfico ilegal del carbón vegetal obtenido de sus árboles