Más de 300.000 toneladas de ropa usada acaban cada año en la basura o en los contenedores «ad hoc» que han proliferado en las calles de muchos municipios españoles. Esta cifra es sólo una parte de los residuos textiles que se generan en España y que suponen casi el 4% del total de desechos que tienen origen doméstico, según cálculos del Ministerio de Medio Ambiente.
Ese 4% tiende a crecer ya que cada vez compramos más prendas y las utilizamos durante menos tiempo, aunque también aumenta la conciencia ciudadana sobre la necesidad de reciclar esa ropa, que en muchas ocasiones termina vendiéndose en los países más pobres de África.
La proliferación en el mercado español del textil chino, más barato aunque de peor calidad, ha hecho que ONG como Traperos de Emaús hayan decidido dejar de recoger la ropa usada. Según esta organización, esa ropa no tiene salida porque quien la necesita la puede comprar nueva y a muy bajo precio.
Los ayuntamientos no tienen obligación de recoger los residuos textiles, pero muchos han suscrito convenios con organizaciones humanitarias para instalar en las calles contenedores en los que depositar la ropa usada. Cabe recordar que el Plan Nacional Integrado de Residuos para 2008-2015 establece una dotación de contenedores para la recogida selectiva de ropa vieja en la proporción de al menos uno por cada 3.000 habitantes, cifra muy lejana a la actual.