Las temperaturas en la cordillera pirenaica aumentarán 2,8 grados, en un escenario de emisión de gases de efecto invernadero medio-bajo, y hasta cuatro grados, en uno de emisión de gases medio-alto. Ésta es una de las conclusiones de un estudio elaborado por investigadores del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), que ha cuantifica la magnitud del cambio de temperaturas y precipitaciones previsto para el periodo comprendido entre los años 2070 y 2100 en los Pirineos.
Respecto a las lluvias, los expertos del CSIC pronostican un descenso medio del 10,7%, en el primer escenario de menor emisión de gases, y del 14,8%, en el otro supuesto. Los modelos usados resultaron, no obstante, menos precisos para pronosticar los futuros porcentajes de precipitación, dado que ésta es una variable más compleja y difícil de reproducir.
Los efectos del cambio climático sobre la temperatura serán más pronunciados al sur de la cordillera pirenaica, en la vertiente española. El verano será el periodo que más acusará las consecuencias del calentamiento global, tanto en el incremento térmico como en el descenso pluviométrico.
«Los modelos proyectan un incremento térmico y un descenso de la precipitación de una magnitud suficientemente acusada para afectar de forma directa a la disponibilidad de agua, actividades económicas y ecología de la región. Sin embargo, la magnitud exacta de dichos cambios dependerá, en gran medida, de los niveles de emisión de gases de efecto invernadero que se emitan a la atmósfera en las próximas décadas», explica Juan Ignacio López-Moreno, principal responsable del proyecto.
El modelo de desarrollo, clave
Las simulaciones desarrolladas bajo un escenario de emisión de gases medio-bajo reducen el incremento de las temperaturas entre un 20% y un 40%, y el descenso de las precipitaciones entre un 25% y un 40%, en comparación con las simulaciones con un nivel de emisiones medio-alto, lo que evidencia, según los científicos, «la importancia del modelo de desarrollo socioeconómico que siga el planeta en las próximas décadas».
López-Moreno señala que el Pirineo «resulta una zona particularmente atractiva para realizar este tipo de estudios, dado que se trata de un sistema montañoso muy abrupto, que altera notablemente la trayectoria de las distintas masas de aire que circulan por la región, y recoge en unos pocos centenares de kilómetros un gradiente Atlántico-Mediterráneo completo».
Los científicos recuerdan, asimismo, que el Pirineo representa la principal área generadora de recursos hídricos de la cuenca del Ebro, así como el refugio de una gran variedad de especies animales y vegetales endémicas que podrían verse muy afectadas por el cambio climático.