Los combates entre el ejercito congoleño y grupos de rebeldes que tratan de derrocar al Gobierno de Joseph Kabila han entrado de lleno en el Parque Nacional de Virunga, el gran refugio de los gorilas de montaña, una especie al borde de la extinción cuyos esfuerzos conservacionistas pueden venirse abajo por el conflicto bélico.
En el citado parque vive más de una cuarta parte de los gorilas de montaña que hay en el mundo y su control ha pasado ahora a manos rebeldes. «Mantienen en su poder el 40% del parque. No se trata de una acción dirigida a hacerse con el control de los animales, simplemente la zona es un lugar estratégico para ambos bandos», explica Samantha Newport, directora de comunicación del enclave.
Virunga fue fundado en 1925 y designado Patrimonio de la Humanidad por la Unesco en 1979. En sus más de 200.000 kilómetros cuadrados, conviven animales tan diversos como el okapi, el cefalofo y hasta tres especies de grandes simios. En el sector sur -el que se encuentra en manos de los rebeldes y que ocupa un área de 250 kilómetros cuadrados- habitan 200 de los últimos 720 gorilas de montaña que quedan en el mundo. El resto sobreviven en la Selva Impenetrable de Bwindi, en Uganda, amenazados también por otro grupo guerrillero, el Ejército de Resistencia de Joseph Kony.
En la línea de fuego
En los últimos meses no han dejado de sucederse los ataques contra el parque. «Los gorilas son incapaces de reproducirse en cautividad. Por ello, estos ataques pueden suponer su propia extinción. Las labores de monitorización y seguimiento de los animales se han tenido que interrumpir y no tenemos ninguna información de cuál es su estado. Estamos desesperados», señala Samantha Newport.
De momento, las tropas del general rebelde Laurent Nkunda no han atacado a estos animales. Pero podrían no tardar mucho en hacerlo. De hecho, en 2007 soldados de Nkunda mataron y descuartizaron a tres hembras de lomo plateado con el fin de advertir a las sociedades conservacionistas que abandonaran la zona.
«La lucha de guerrillas es la principal amenaza a la que se enfrentan los animales. Muchos miembros del ejército incluso los incorporan como mascotas y esto provoca que la destrucción de su hábitat sea una constante», denuncia la organización Wild Life Direct.