En primavera los frutales comienzan a florecer. Es entonces un momento crucial en el que hay que tener especial cuidado con la presencia de insectos y la aparición de enfermedades. Una buena manera de evitar su dañina visita es regar en abundancia.
Pero para el adecuado desarrollo de los frutales también hay otros aspectos importantes que cuidar, como la aireación del terreno sobre el que se asientan. En los meses de abril y mayo las lluvias pueden ser todavía importantes así que habrá que remover bien la superficie que rodea a las plantas y árboles frutales. Que dispongan de un buen drenaje también es algo fundamental para lograr que el agua fluya, evitando así que se produzcan encharcamientos que pueden acabar pudriendo los frutos.
Para drenar el sustrato simplemente deberemos pinchar el suelo con una horca, removiéndolo ligeramente si apreciamos que el suelo está demasiado compacto y duro, aunque si hemos regado de forma asidua este tipo de problemas no deberían darse.
En el caso de que la primavera esté siendo especialmente seca, hay que proporcionar riego a los frutales para que los frutos sigan madurando. Una vez que comiencen a madurar es necesario retirarlos, porque si llegaran a pudrirse su olor atraería a multitud de insectos.
En el caso de que aparezcan insectos es recomendable fumigar las plantas con un insecticida específico y retirar el causante de la invasión de mosquitos. Éste no sólo puede ser un fruto, sino la sabia que salga por algún corte del árbol u otras partes del ejemplar que se encuentren en descomposición.
Como ha podido comprobar, el agua es el elemento más importante para que los frutos maduren adecuadamente.