La Mesa Inter-Academias, que representa a unas 70 academias de ciencias de todo el mundo, advierte de que el cambio climático, y más concretamente las emisiones de dióxido de carbono (CO2), están volviendo los océanos más ácidos a un ritmo tal que podría poner en peligro todas las formas de vida marinas. Además, también podría conducir a cambios en la composición química de los mares, cuyos efectos serían «irreversibles» y durarían «miles de años».
Las academias reclaman a los gobiernos que participan en las negociaciones sobre el cambio climático desde ayer y hasta el próximo 12 de junio en Bonn (Alemania) que hagan lo posible para reducir los riesgos para los océanos mediante la adopción de un nuevo tratado de la ONU para la lucha contra el cambio climático, que debería ser acordado el próximo mes de diciembre en Copenhague (Dinamarca).
«Para evitar un daño importante al ecosistema oceánico, se necesitaría una reducción profunda y rápida de las emisiones de CO2 en al menos un 50% (hasta los niveles de 1990) de aquí a 2050, y mucho más después de esa fecha», advirtieron las academias en un comunicado conjunto. Y es que el aumento de este gas de efecto invernadero, procedente en buena parte del consumo humano de combustibles fósiles, sería absorbido por los océanos y complicaría las vidas de las criaturas que los pueblan, afirmaron los académicos de las ciencias. También aseguraron que, de acuerdo con las estimaciones informáticas, si las actuales emisiones de dióxido de carbono continúan hasta 2050 «el océano sería más ácido de lo que ha sido en decenas de millones de años».
Las mutaciones afectarían a la composición química del océano y atacarían los «componentes básicos que necesitan muchos organismos marinos, como los corales y los mariscos, para producir sus armazones, caparazones y otras estructuras duras». Igualmente, unos niveles de acidificación de un 80% en el océano Ártico serían corrosivos para las almejas, un animal vital para la cadena alimenticia, hacia 2060.
«Los efectos se sentirían en todo el mundo, amenazarían la seguridad alimentaria, reducirían la protección de las costas y perjudicarían a las economías locales menos preparadas», declaró el presidente de la Royal Society, la academia de las ciencias británica, Martin Rees.