El cambio climático es uno de los mayores desafíos a los que se enfrenta la humanidad. De no producirse una actuación rápida a escala mundial para estabilizar la temperatura de la superficie del planeta -que sigue aumentando-, los daños pueden ser catastróficos y sin vuelta atrás.
La advertencia la realiza la Comisión Europea con motivo de la «Semana Verde», que ayer arrancó bajo el lema «Actuar y adaptarse». Esta novena edición está dedicada precisamente al calentamiento global y trata de animar a los ciudadanos europeos a que se impliquen en la lucha contra este fenómeno.
El Ejecutivo comunitario espera hacer hablar a la gente sobre cuestiones medioambientales. Entre los grandes temas de la «Semana Verde» están las perspectivas de un acuerdo en la conferencia de Copenhague de diciembre -que sustituiría al Protocolo de Kioto-, cómo crear una sociedad libre de carbono para 2050, y la protección de la economía y el medio ambiente contra la subida de las temperaturas.
Hasta el próximo viernes, Bruselas será la sede de numerosos debates y talleres en la conferencia de la «Semana Verde», junto con otros actos abiertos al público. Entre ellos, una exposición sobre planificación urbana visionaria, a cargo del arquitecto Luc Schuiten, y la proyección de la película «La edad de la estupidez», que trata del cambio climático.
Los premios LIFE a proyectos ambientales se fallarán hoy mismo. Los finalistas son un sistema italiano de aerosol ecológico que reduce hasta en un 95% el uso de sustancias químicas, energía y agua en la industria de curtidos, y otro británico que ha logrado un procedimiento más seguro para depurar las aguas grasas y reciclarlas en el terreno.
La Unión Europea (UE) adoptó en diciembre de 2008 una política integrada de cambio climático y energía, que incluye unos ambiciosos objetivos para 2020. Su intención es llevar a Europa hacia el camino del futuro sostenible, con una economía que genere pocas emisiones de carbono y consuma menos energía.
Así, los 27 países miembros de la UE se han propuesto reducir un 20% las emisiones de gases de efecto invernadero (30% si se alcanza un acuerdo internacional), y rebajar en el mismo porcentaje el consumo de energía mejorando el rendimiento energético.
Otro objetivo clave es conseguir atender el 20% de las necesidades energéticas del continente con energías renovables. De esta forma se reduciría nuestra dependencia de los combustibles fósiles (petróleo, gas natural y carbón), que producen elevadas emisiones de dióxido de carbono (CO2) y representan el 80% del consumo actual de energía en la UE.