El suelo está compuesto por tres partículas minerales de distintos tamaños: arena, limo y arcilla. A su vez, la arena se compone de partículas minerales gruesas, el limo de partículas minerales finas y la arcilla, de partículas minerales muy finas. La combinación de estas partículas en distintas proporciones, vitales para el normal desarrollo de las plantas, se denomina textura.
Qué es la textura del suelo
La textura del suelo, como explica la FAO, indica el contenido relativo de partículas de diferente tamaño. Todos los suelos están compuestos por fracciones minerales de diferentes tamaños: las más gruesas se denominan arenas, las medianas son los limos y las más pequeñas son las arcillas. Sólo las arenas se ven a simple vista.
El tamaño de las partículas se clasifican de este modo:
- Hasta 2 micrones……………………..Arcilla
- De 2 a 20 micrones…………………..Limo
- De 20 a 200 micrones……………….Arena fina
- De 200 a 2000 micrones……………Arena gruesa
- Más de 2000 micrones……………..Gravillas y gravas
- (1 micrón es la milésima parte de un milímetro)
¿Y para qué resulta útil conocer la textura?
Resulta de gran importancia, pues de ella dependerán varios factores, que definirán gran medida su productividad:
🔹 La facilidad con la que se puede trabajar el suelo
🔹 Qué cantidad de agua necesita
🔹 El aire que retiene
🔹 La velocidad con que el agua penetra en el suelo y lo atraviesa.
Tipos y clases de suelos por textura
Conocer el tipo de suelo con el que se trabaja es imprescindible a la hora de trabajar la tierra. Se clasifican en estos tipos:
👉 Franco
Tiene una textura media (45%de arena, 40% de limo y 15% de arcilla), por lo que sus condiciones físicas y químicas son las mejores y el el más apto para el cultivo.
👉 Turboso
Está formado por tierra vegetal descompuesta, por lo que tiene un bajo contenido mineral y un exceso de materia orgánica.
- Una gran ventaja es que no requiere de materiales productores de humus.
- Sin embargo, ocasiona problemas en el drenaje y es demasiado ácido, por ello requiere un aporte notable de cal.
👉 Pedregoso
Contiene partículas muy gruesas y su drenaje es muy bueno, pero no retiene ni el agua ni los nutrientes. Es un suelo difícil de cultivar, aunque no imposible.
Las plantas que mejor sobreviven en estas condiciones son las de hoja gris, cerosa o con vellosidad, como la aquilea y el verbasco.
👉 Ligero o arenoso
Este tipo de suelo tiene una textura gruesa con un 75% de arenas, un 5% de arcillas y un 20% de limo, lo que le permite una gran aireación.
- Aunque absorbe bien el agua, no la retiene y se filtra con facilidad hacia el fondo.
- Estos suelos se secan con rapidez y no almacenan el agua como los arcillosos, por lo que precisan de riego frecuente, pero en poca cantidad. El riego por goteo es el más adecuado.
- Para mejorar las pérdidas de materia orgánica, es preciso el aporte de productores de humos y fertilizantes de lenta liberación.
- En este tipo de suelos viven bien las plantas que no soportan un exceso de agua, como los céspedes, los cactus y las crasas, y diversas especies mediterráneas.
👉 Pesado o arcilloso
Su fina textura le otorga una elevada retención de agua y nutrientes. Tiene un 45% de arcillas, un 30% de limo y un 25% de arena.
- La porosidad es baja y carece de buenas posibilidades de aireación. Esto dificulta mucho el drenaje, el suelo se encharca y la mayoría de las plantas se pudren.
- En el momento de plantar, es necesario aportar una buena cantidad de mantillo o de turba, para airear y esponjar el suelo.
- Entre las especies que mejor resisten destacan los ranúnculos, lirios, helechos, calas, fresnos, chopos o abedules.
Triángulo de textura del suelo
El triángulo de texturas seas para saber qué tipo de textura tiene un suelo.
Según la combinación de las distintas proporciones de cada uno de los tres tamaños de partículas (arena, limo y arcilla) sabremos qué textura tiene el suelo.
En este vídeo 👇 se explica cómo utilizar el triángulo de texturas:
El suelo idóneo debe contener minerales en un 45% -arena, limo y arcilla-, materia orgánica en un 5% –humus o restos orgánicos o vegetales-, un 25% de agua y otro 25% de aire. Además, ha de tener una estructura quebradiza, ser rico en materia orgánica, estar suelto, con buena aireación y debe drenar lo suficiente. Otras condiciones que debe cumplir son: tener un pH entre 5,5 y 7 y proporcionar los nutrientes necesarios -nitrógeno, fósforo, potasio, manganeso, hierro, etc.- para el crecimiento de las plantas.