Aunque el hormigón se considera tradicionalmente un material pesado, no siempre es así. Existe un tipo de hormigón que se caracteriza justo por lo contrario. Se denomina hormigón poroso o celular y se distingue por su ligereza. El hormigón poroso está constituido por una mezcla de cemento, arena, cal, agua y aire. La combinación de estos elementos favorece la formación de hidrógeno y, en consecuencia, de una especie de burbujas o poros que expanden la masa. Cuando se utiliza una espuma especial para formar estas burbujas, se habla de hormigón celular.
Este hormigón se produce en bloques o ladrillos de color blanco que se cortan a medida, según la finalidad para la que estén previstos. Generalmente, se utilizan para construir tabiques y paredes, pero también son útiles para cubiertas. Gracias a su peculiar expansión, es un material muy bien aprovechado que destaca, además, por su dureza, facilidad a la hora de trabajar, resistencia a la humedad y buen aislamiento térmico (se calcula que aísla hasta diez veces más que el hormigón tradicional) y acústico.
Destaca por su dureza, facilidad de trabajo, resistencia a la humedad y buen aislamiento térmico y acústico
Por otro lado, ese tipo de hormigón se caracteriza también por sus propiedades ignífugas. Al no contener materias combustibles, actúa como cortafuegos y no es inflamable. Se considera un material ecológico, formado a partir de materias primas naturales y que evita la contaminación.
La clave: el aire
La presencia de aire es la clave de las propiedades de este material. Las burbujas interiores actúan como un aislante natural, homogéneo en toda la estructura, que mantiene el fresco en verano y el calor en invierno, a la vez que aísla la habitación frente al ruido exterior.
Las burbujas interiores actúan como un aislante natural, homogéneo en toda la estructura
Gracias a este aire, el hormigón poroso o celular deja escapar el vapor de agua que se produce en una estancia, tanto por las condiciones ambientales como por las propias personas que la ocupan. Regula la humedad y evita la condensación.
No obstante, esta peculiaridad puede llegar a producir fisuras en el mortero que se aplica entre los bloques de hormigón. Al permitir la evaporación, se corre el riesgo de que el mortero se deshidrate y aparezcan grietas que pongan en riesgo el buen estado de la obra. En ocasiones, sobre todo cuando el tiempo es seco, puede ser necesario emplear un mortero especial.
La facilidad y ligereza del hormigón poroso permite que se puedan construir muebles con él. Este material se adquiere también en planchas ligeras, que dan forma a estructuras rectas. Si es necesario, las planchas se pueden cortar sin dificultad con un serrucho. Por su parte, los cantos se pueden alisar con una lima o lijadora, al igual que el resto de la superficie. Respecto a las uniones de las diferentes piezas, unas escuadras o tornillos resultan muy prácticas. También se puede emplear mortero. Como último paso, una capa de imprimación y otra de pintura mejorarán el aspecto del mueble.