Investigadores del George Institute of Technology, en Atlanta (Estados Unidos), podrían haber encontrado la forma de inocular una vacuna sin necesidad de una aguja, a través de un parche que se coloca en la piel, según un estudio publicado en la revista «Nature Medicine». Si la fórmula prospera, ya no será necesario acudir a un centro médico para protegerse contra una enfermedad.
Este método puede revolucionar la forma de administrar las vacunas «por lo sencillo y seguro que es», aseguró el profesor Mark Prausnitz, director del equipo. El parche contiene alrededor de un centenar de agujas microscópicas -su longitud es de 650 micrones, seis veces el grosor de un pelo humano- hechas de plástico biodegradable que penetran ligeramente y de forma indolora en la superficie de la piel. Después se disuelven sin dejar huella. Este método «puede facilitar los programas de inmunización al eliminar la necesidad de personal especializado y permitir la autovacunación», explicó Prausnitz.
El empleo de apósitos, en vez de jeringas, «transformará la batalla contra futuras pandemias, porque los pacientes se inocularán vacunas que podrán enviarse por correo y que podrán administrarse en el hogar sin necesidad de ayuda médica», apuntó el investigador. La utilización de parches eliminará así los gastos de la costosa infraestructura que acarrean las campañas masivas de vacunación. Además, se evitará el riesgo de utilización de agujas contaminadas.
Los investigadores señalaron que las pruebas efectuadas indican que el parche es igual de válido y seguro que los sistemas convencionales con inyecciones. Los experimentos llevados a cabo con ratones de laboratorio revelan que los emplastos funcionan mejor que las vacunas inyectables al prevenir las infecciones gripales, ya que penetra en el cuerpo por la superficie de la piel, que desempeña un papel importante en el sistema inmunológico. Otra ventaja es que facilita la protección de personas con miedo a las agujas, una fobia que padece casi el 10% de la población.
Además, el parche-vacuna se presenta como una formulación seca (congelada), lo que refuerza su estabilidad durante la distribución y el almacenamiento. Pese a estas ventajas, se necesitan aún nuevas pruebas con animales antes de que se ensaye en voluntarios humanos. En cualquier caso, el polímero plástico con que se fabrican las microagujas se emplea ya en medicina sin efectos secundarios en el paciente.