Las temidas caídas en ambientes húmedos pueden limitarse gracias a la colocación de pavimentos antideslizantes. Estas baldosas reducen el riesgo de resbalón en zonas de paso, estancias como el baño o la cocina y áreas con agua, como el borde de una piscina. En estos espacios, los niveles de seguridad mejoran con la instalación de este tipo de materiales, a pesar de que las baldosas puedan ser tratadas con productos antideslizantes.
La principal ventaja de estos pavimentos es que facilitan la movilidad y estabilidad en la pisada, por lo que se utilizan, en su mayoría, en espacios públicos exteriores, aceras, parques, rampas, aseos públicos e instalaciones con gran afluencia de gente, como gimnasios, hospitales y residencias. Además, su colocación en el hogar resulta muy práctica y estética, puesto que existe una amplia variedad de colores y superficies antideslizantes.
Técnicas antideslizamiento
Para conseguir la eficacia de las baldosas a la hora de evitar caídas, existen diferentes técnicas. La más habitual es la fabricación de piezas con relieve o acanaladuras que, sin ofrecer resistencia al tránsito, consiguen «retener mejor el calzado» y «facilitar la evacuación de líquidos», destaca la Asociación Española de Fabricantes de Azulejos y Pavimentos Cerámicos (ASCER).
La fabricación de piezas con relieve y la aplicación con láser aumentan la eficacia antideslizante de las baldosas
Otras dos opciones son la aplicación con láser para crear «cavidades microscópicas» en la superficie de baldosas de gres porcelánico pulido y la creación de una capa superficial rugosa sobre el acabado final de las piezas. «Supone añadir una etapa más a la línea de producción sin alterar las características previas el producto», explica ASCER.
Por su parte, el Instituto de Tecnología Cerámica (ITC) colabora con un grupo de investigadores del Instituto alemán Max Planck para desarrollar nuevas baldosas antideslizantes. Este proyecto cuenta con la participación de fabricantes de baldosas, esmaltes cerámicos y empresas de nanotecnología. La idea es fabricar pavimentos que se fijan en el principio de «adhesión selectiva», mediante el cual algunos animales son capaces de escalar superficies verticales o andar por los techos sin caerse.
El Código Técnico de la Edificación (CTE) reserva un capítulo completo a la Seguridad de Utilización que deben cumplir los edificios. En este capítulo, se recogen las normas de seguridad frente al riesgo de caídas y se destaca la necesidad de “reducir a límites aceptables el riesgo de que los usuarios de un edificio sufran daños inmediatos durante el uso previsto del mismo”.
El CTE exige que los suelos sean “adecuados” para favorecer que las personas no resbalen, tropiecen o se dificulte su movilidad
En este sentido, el documento en cuestión -Documento Básico DB-SU- concreta los parámetros y los procedimientos cuyo cumplimiento asegura “la satisfacción de las exigencias básicas” y garantiza los niveles mínimos de calidad requeridos. Así, para limitar el riesgo de caídas, se establece que los suelos sean “adecuados” para favorecer que las personas no resbalen, tropiecen o se dificulte su movilidad.
Para ello, el CTE clasifica los suelos según su capacidad de resbalar en clase 0, 1, 2 y 3 (máxima seguridad). A partir de esta clasificación, se establece que los suelos en función de su localización deben ser:
Clase 1, en zonas interiores secas con una pendiente inferior al 6%.
Clase 2, en escaleras y zonas interiores secas con una pendiente igual o mayor al 6%, y en zonas interiores húmedas -duchas, baños, aseos, cocinas…- con pendiente menor al 6%.
Clase 3, en escaleras y zonas interiores húmedas con pendiente igual o mayor al 6%, en zonas interiores con agua y agentes que reduzcan la resistencia al deslizamiento -como grasas o lubricantes- y en zonas exteriores o piscinas.