Un sistema de ecoetiquetado desarrollado en la Universidad de Santiago de Compostela (USC) ofrece información medioambiental sobre la huella de carbono que generan los bienes y servicios que consumen los ciudadanos durante su ciclo de vida. La sostenibilidad de los productos que consumimos es un reto fundamental para la sociedad y cobra cada vez más importancia para compradores y empresas.
«Este estudio expone una alternativa para comunicar de modo eficiente la información ambiental a empresas, consumidores y partes interesadas: el ecoetiquetado. Esta es una herramienta consolidada para informar a la sociedad sobre las cargas ambientales de los bienes que consumimos, diferenciar los productos de empresas y organizaciones, y que permitirá escoger, en un futuro, aquellos productos que contaminan menos», explica Aldolfo Carballo Penela, investigador de la USC y autor del estudio que publica el «International Journal of life cycle assessment».
La investigación se basa en un sistema denominado «Método compuesto de las cuentas contables (MC3)», diseñado inicialmente para estimar la huella ecológica y de carbono en organizaciones. Carballo ha adaptado este método para evaluar la huella medioambiental de los bienes y servicios en todas las fases por las que pasa el producto hasta llegar al consumidor final. «Ofrecer información medioambiental al consumidor, es decir, que esa información de la huella del carbono se incorpore a etiquetas medioambientales visibles en el producto, vinculadas con las emisiones de CO2 y otros gases de efecto invernadero que son necesarios para producirlo, es fundamental para concienciar, informar sobre su modo de producción, y que empresas y organizaciones puedan realizar una gestión ambiental eficiente», declara el autor.
Para testar su método ha tomado como ejemplo una conserva de mejillón de Galicia, de una determinada marca, y ha analizado la contaminación paralela que conlleva cada una de las fases de su ciclo de vida. «Se trataba de probar el sistema con un caso práctico, y el resultado es que se generan 10,7 toneladas de CO2 por tonelada de dicha conserva», apunta Carballo. Finalmente, se trataría de trasladar esas emisiones de gases de efecto invernadero a una ecoetiqueta. «Sería interesante que este sistema de ecoetiquetado se aplicase a cuantos más bienes mejor, que estuviera visible en todos los productos y que todos los consumidores se familiarizaran con este tipo de información», añade el investigador.
«Es fundamental lograr un modelo productivo de desarrollo perdurable a largo plazo, este es uno de los retos que debe afrontar la humanidad. El mantenimiento del medio ambiente en unas condiciones que permitan el suministro de recursos y servicios ecológicos a las futuras generaciones debe ser uno de los ejes sobre los que debe girar el desarrollo sostenible. Para ello, es clave la contribución a este proceso de empresas y organizaciones», reivindica Carballo.