Uno de los errores más graves que se cometen cuando se tienen cactus es pensar que no requieren prácticamente ningún tipo de cuidados o que se conforman con unas pocas gotas de agua.
A pesar de disponer de unas hojas muy pequeñas, sus espinas, a través de las cuales no traspiran demasiado, estos ejemplares también realizan el proceso de fotosíntesis, por lo que requieren una serie de nutrientes y un ligero aporte de agua para poder desarrollarse.
La única época del año en la que sólo precisan de un riego al mes es durante el invierno, mientras que a partir de abril debe proporcionárseles agua una vez a la semana, incrementando la periodicidad a lo largo del verano, con el objetivo de evitar que se sequen con la llegada de las altas temperaturas. Además, ha de tenerse en cuenta que necesitan un sustrato fértil para poder desarrollarse, por lo que deberíamos utilizar un abono especial para cactus en la época de crecimiento.
Asimismo, a pesar de ser plantas muy resistentes, debemos evitar someterlas a temperaturas extremas, puesto que les perjudica tanto el sol fuerte del verano como las heladas invernales. Estas últimas son especialmente perjudiciales porque provocan que en su superficie aparezcan unas feas grietas que, aunque pueden curarse y cicatrizar, no desaparecen.
Uno de los lugares más adecuados para su desarrollo es la cocina, porque el vapor de los pucheros los embellece. Asimismo algo que se debe tener muy en cuenta es que hay qye limpiar el polvo que se deposita sobre ellos, al igual que sucede con el resto de los ejemplares, para facilitar su transpiración.