La madera es uno de los revestimientos más utilizados para el interior de los hogares, debido a la calidez que aporta. Sin embargo, también tiene sus propios detractores.
El sol es uno de sus principales enemigos de los suelos de madera, porque puede hacer que el color de ésta sufra variaciones. Para evitarlo hay que aplicarle en toda su superficie productos comerciales que permitan proteger su acabado, manteniendo su color y brillo originales.
La humedad también puede hacer mella en estos suelos, que pueden llegar a combarse. No obstante la nula presencia de humedad también resulta perjudicial porque hace que la madera se agriete. Asimismo pueden aparecer insectos que se alimentan de la madera como las termitas o la carcoma para los que habrá de aplicar tratamientos específicos.
En cualquier caso, resulta recomendable emplear productos antihumedad y abrillantadores para conseguir que este tipo de suelos duren lo máximo posible.