Un mapa supuestamente trazado por las autoridades etíopes al que ha tenido acceso la organización de protección de los derechos de las tribus, Survival International, «prueba que el polémico proyecto de plantaciones en Etiopía está acabando con el bajo Omo, un río que es fuente de vida para 100.000 indígenas«, ha asegurado la ONG.
La organización alerta de que corriente abajo desde la presa de Gibe III el cauce del río Omo es desviado hacia un canal de irrigación de reciente construcción, «uno de los varios que servirán para alimentar un ambicioso proyecto de plantaciones de inversores estatales y privados». Estos canales artificiales son clave para el plan de plantaciones de Etiopía, «que ya tienen un impacto enormemente negativo en el bajo Omo, un Lugar Patrimonio de la Humanidad de la UNESCO», señala Survival.
«El Gobierno etíope no ha desvelado prácticamente nada sobre el programa de plantaciones, pero un mapa oficial obtenido por Survival International muestra el enorme alcance del proyecto», afirma la organización. Además, «una persona de la zona que habló con el personal de investigación de Survival que visitó recientemente la región dijo: ‘Nunca he visto el río tan bajo. Durante la estación seca, como ahora, normalmente puedes cruzar a pie, y el agua te llega hasta las rodillas. Ahora podría cruzar sin mojarme los pies'», informa la ONG.
Survival asegura que la presa de Gibe III, 200 kilómetros río arriba, «interrumpirá el curso natural del río y privará a miles de indígenas de sus tierras agrícolas más valiosas puesto que pondrá fin a la crecida anual». La organización recuerda que la crecida anual del río Omo alimenta la rica biodiversidad de la región y permite a tribus como los bodis, los mursis y los dassanaches alimentar a su ganado y cultivar legumbres y cereales en el limo fértil que se deposita en la orilla.
El director de Survival International, Stephen Corry, ha declarado que «el Gobierno de Etiopía está destruyendo el valle del bajo Omo y los medios de vida de decenas de miles de indígenas, y todo ello en nombre del desarrollo. Sin embargo, no podemos ignorar el coste humano. Desviar el curso de una fuente vital de agua es irresponsable y temerario».