En la mayoría de las viviendas, las zonas de paso como el recibidor o el pasillo carecen de fuentes de luz natural, por lo que es necesario recurrir a la iluminación artificial. De este modo, se consigue que estas zonas tan transitadas no estén escasas de luz y se puedan ver bien todos los rincones. Unos apliques en la pared o varios puntos de luces halógenas en el techo son una forma adecuada de ganar luminosidad.
Recibidor y pasillos bien iluminados
La entrada de una casa exige una iluminación que permita distinguir cada rincón y que, a la vez, sea acogedora. No en vano el recibidor es la tarjeta de presentación de una vivienda. Para ello, la luz debe ser indirecta pero potente. Si la zona de entrada es de dimensiones reducidas, puede ser suficiente con una lámpara de pie. Para que el espacio parezca más amplio, además se pueden colocar enfrentados dos apliques apantallados de colores cálido. Si el recibidor es grande, es posible colgar un aplique en una de las paredes (como mínimo a 1,70 centímetros del suelo para que la bombilla no deslumbre) y combinar esta luz con una lámpara de techo. Otra opción es empotrar en el techo varios puntos de luces halógenas que proporcionen luz general. En este caso, se puede ganar calidez si se sitúa una lámpara de pie o de mesa en una esquina. Si hay varios puntos de luz, es posible conmutar los interruptores para que todas las lámparas se enciendan y apaguen desde cualquiera de ellos.
Iluminar los pasillos no siempre es fácil, sobre todo, si son largos, ya que pueden quedar zonas oscuras. Éstas necesitan una luz que permita distinguir cada rincón, sin generar sombras. Una buena elección en este caso es empotrar en el techo focos halógenos orientables (cada 80 ó 90 centímetros) para poder iluminar cuadros y otros objetos decorativos. Si se opta por colgar una o varias lámparas del techo, éstas tienen que ser ligeras y no deben bajar del mismo más de 50 centímetros para evitar que molesten. Si el techo es bajo, unos apliques de pared con la luz orientada hacia arriba aportarán sensación de altura. Cuando el pasillo es largo y con techos altos, hay que evitar los apliques cuya iluminación enfoque hacia abajo porque crearán el denominado efecto túnel.
En ambas zonas, recibidor y pasillo, se debe optar por bombillas halógenas de 20-50 w, ya que además de aportar una luz cálida y acogedora, no necesitan de unos segundos para alcanzar su máxima luminosidad, como sucede con las de bajo consumo.
Paredes claras para un ambiente cálido
Los colores de paredes y techos también juegan un papel fundamental en la iluminación de una zona de paso. Los tonos claros, como el blanco, el amarillo y los beiges, combinados con luces indirectas o semi-indirectas, originan sombras suaves que dan relieve a los objetos y ayudan a crear un ambiente cálido. Además, mejoran la calidad de la luz que se refleja y evitan los deslumbramientos.
Subir o bajar por una escalera se puede convertir en una tarea peligrosa si la luz es escasa o está mal ubicada. Para iluminar bien esta zona de la casa, los puntos de luz deben resaltar el relieve de los escalones sin deslumbrar a quien suba o baje por ellos.
Por seguridad y comodidad, los interruptores deben estar conmutados
La opción más acertada para iluminar las escaleras es dotar a este espacio de una luz indirecta y difusa, que no genere sombras. Para ello, se pueden colocar apliques de pared a lo largo del tramo de la escalera o instalar un punto de luz en el techo al final de la misma. Otra posibilidad es colocar sistemas de iluminación empotrados en los peldaños. Por seguridad y comodidad, los interruptores deben estar conmutados, para poder encenderlos y apagarlos en la zona alta y baja de las escaleras.